Las limitadas
palabras comprendidas en esta categoría pronominal se denominan así porque muestran
rasgos gramaticales de persona; esto es, hacen referencia a una persona
gramatical de singular o plural. Son los únicos pronombres imposibles de
confundir con otra categoría gramatical y en sus formas distintas se distinguen
las tres personas posibles: yo, mí, me, conmigo, nosotros,
nosotras, nos (primera
persona); tú, vos, ti, te, contigo,
vosotros vosotras, os, usted, ustedes (segunda persona); él, ellos, ella, ellas, ello, le, la, las,
lo, los, se, sí, consigo (tercera persona). Los pronombres personales mí, tú, él y sí se escriben siempre con tilde: explícamelo a mí; cómpraselo a él; tú no hables nada de ello; pensó para sí que no iría. Recuérdese
que, en cambio, ti es palabra átona que no lleva tilde jamás: era a ti a quien esperaban.
Los pronombres
personales átonos (me, nos, te, os, lo,
la, le, los, las, les, se) nunca pueden escribirse de modo autónomo:
necesitan combinarse con un verbo o un derivado verbal. En el uso actual se prefiere situarlos ante el verbo y no
detrás: lo compraré en lugar de comprarelo: los veían en lugar de veíanlos; ella me quiere en lugar de ella quiéreme. Las únicas excepciones
son los imperativos y los derivados verbales, en cuyo caso los pronombres se
escriben detrás: amadla, amarla,
amándola. Asimismo, en lengua literaria o culta escrita perdura en ciertos
casos (sobre todo expresiones con cierta lexicalización) la antigua colocación
posterior del pronombre: ¿Habrase visto?
Diríase que era un hombre bueno.
En la lengua hablada se utilizan
todas las formas de los pronombres personales, aunque es evidente que la neutra
de tercera persona ello va
desapareciendo, sustituida a menudo por otros pronombres neutros o por
sustantivos: no pienses más en eso; el
caso fue que; justicia, corrupción, política: de todo eso se reflexionó; no se
inmutó por eso. Sin embargo, en la lengua literaria ello se mantiene: no pienses
más en ello; ello fue que; justicia, corrupción, política: de todo ello se reflexionó;
no se inmutó por ello.
La forma usted, usada para la segunda persona de respeto, procede de la
evolución de vuestra merced, por lo
cual conserva un sentido sustantivo que motiva su funcionamiento gramatical
como tercera persona a pesar de representar a la segunda: usted es muy inteligente, frente a tú eres muy inteligente (concordancia verbal en tercera y segunda
persona, respectivamente). En lo
tocante al género, adopta el de la persona aludida: es usted muy simpática; ¿está usted cansado?
Desde el punto de vista
sintáctico, los pronombres personales pueden ser sujetos o complementos de la
oración. En su uso como sujeto, debe tenerse presente que, debido a las
propiedades de su flexión verbal, es posible y frecuente en español construir
oraciones sin sujeto expreso: No quiero
madrugar. Lloraron al enterarse. La presencia del pronombre personal como
sujeto de una oración solo es indispensable cuando su falta provoque
ambigüedad: Los hermanos, a pesar de ser
gemelos, no eran idénticos: él tenía un lunar junto al labio y ella era de
rasgos más duros. En el resto de los casos, su aparición como sujetos suele
aportar énfasis: Tú a mí no me mandas, frente
a A mí no me mandas. Yo ya veré lo que hago,
frente a Ya veré lo que hago.
Nosotros ya nos íbamos, frente a Ya
nos íbamos. Yo creo que te contratarán, frente a Creo que te contratarán. Vosotros no volváis por aquí, frente a No volváis por aquí.
Los pronombres personales de
segunda persona de singular y plural cumplen de forma natural, junto con los
nombres propios, un uso vocativo: Tú,
acércate más. Y vosotros, ¿por qué no habéis avisado? Repitan conmigo, ustedes,
que van a obedecer. Nótese que, como en el resto de usos vocativos, deben
ir delimitados por comas dentro de la oración.
Si un pronombre personal es el
antecedente de un pronombre relativo, no admite especificación y, por tanto, la
oración de relativo ha de ser necesariamente explicativa e ir marcada en la
escritura con las comas correspondientes: Tú,
que eres gallego, sabrás cocinar pulpo. Me animaban a mí, que iba en último
lugar. Yo, que tengo memoria fotográfica, no recuerdo ese detalle. Abrid
vosotros, que estáis de pie. Como cabe apreciar en los ejemplos, estas
oraciones adjetivas explicativas suelen tener un matiz causal.
Cuando aparecen adosados al
verbo, los pronombres personales indican que este tiene un complemento
directo o indirecto de primera, segunda o tercera persona no especificado con
otra palabra porque es conocido de los interlocutores: Las habíamos encontrado tiradas en el suelo. Os estuvieron llamando
toda la tarde. Le gritan demasiado. Pero también pueden existir múltiples
razones comunicativas por las que sí interese expresar la palabra a la que
aluden los pronombres personales: Esas
toallas las habíamos encontrado tiradas en el suelo. Os estuvieron llamando
toda la tarde a vosotros dos. A esta niña le gritan demasiado. Todos los
pronombres varían de número dependiendo del que tenga el elemento al que se
refieren, salvo se, que vale tanto
para el singular como para el plural: se
lo expliqué a él; se lo expliqué a ellas. En lo referente al género,
permanecen invariables le, les y se, por lo cual a menudo resulta
imprescindible especificar el elemento al que se refieren para remediar
confusiones: Se levanta todos los días a
las seis (¿ella, él?). Les pidió que
entraran (¿él, ella?, ¿a ellos?, ¿a ellas?).
En las oraciones
donde el empleo de los pronombres le y les es
redundante (esto es, no necesario sino reiterativo), se debe mantener siempre
el número que corresponda atendiendo al complemento indirecto: Eso mismo le sucede a todos (el
complemento indirecto es a todos, luego
la redacción correcta sería: Eso mismo
les sucede a todos). Cristina le
tiene mucho miedo a las enfermedades (el complemento indirecto es a las enfermedades, luego la redacción
correcta es Cristina les tiene mucho
miedo a las enfermedades). Este error es más habitual en América Latina,
pero se va extendiendo a España. Recuérdese, además, que se trata de una
redundancia cuyo uso ha de estar justificado y no debe generalizarse.
Pueden coincidir
junto al verbo dos pronombres personales, uno como complemento directo y otro
como indirecto. Suele tratarse de combinaciones de un pronombre de cualquier
persona con otro de tercera en las que el primero alude al complemento directo
y el segundo al indirecto: Préstamelas.
Te lo regalo. Nos la mataron. Se lo guardó. Como se aprecia en el último
ejemplo, cuando en estas combinaciones el pronombre de complemento directo es
de tercera persona, le y les se sustituyen por el pronombre
invariable se (que es homófono del se reflexivo pero de significado
distinto): El doctor se lo ocultó. No se
lo tuvo en cuenta. Ya se lo dije a ustedes: hoy no habrá baile. Es común en
Canarias y parte de América Latina (México en especial) introducir una marca de
plural (cuando se equivale a les) en el otro pronombre: Ya se los dije a ustedes. El dinero que
sobre se los regalo. Las Academias de la Lengua han aceptado su uso en la
lengua culta por estar tan extendido y porque, según su parecer, evita
anfibologías.
La vacilación y
las confusiones constantes en el uso de los pronombres personales átonos de
tercera persona (lo, la, le; los las,
les) como complementos directos e indirectos se recogen en los términos leísmo, laísmo y loísmo. La norma etimológica (derivada del latín) establece que al
complemento directo corresponden en
singular lo y la, y en plural, los y las (caso acusativo en latín), mientras
que al complemento indirecto corresponde le
en singular y les en plural (caso
dativo en latín): A esa ingrata no quise
prestarle demasiada atención. Se lo encontró en la calle y no le dio las buenas
noches. Les anuncié a todas que me
marchaba. La ayudé a cruzar la calle. Sin embargo, muchos hablantes (y
escribientes) priman la percepción de género del referente sobre el resto de
considerandos y, de este modo, dicen (y
escriben), por ejemplo, la/las dije que
viniera/vinieran y le/les dije que
viniera/vinieran; la/las vi en la calle y le/les vi en la calle, puesto que consideran que los pronombres la y las
corresponden al femenino y le y les
al masculino. Se suele aceptar que el pronombre lo corresponde a cosas (lo neutro): No me sirvas café; ya no lo pruebo, aunque también hay quienes
escribirían ya no le pruebo. Leísmo,
laísmo y loísmo son errores los tres que se deben evitar en la escritura,
aunque su consideración y estigmatización es muy distinta. Vayamos por partes.
Debido a su
extensión desde antiguo entre hablantes cultos y escritores de prestigio, se
admite el uso de le en lugar de lo en función de complemento directo
cuando el referente es una persona de sexo masculino (le miró en lugar de lo prescrito, lo miró), pero se desaconseja en el caso de les por los cuando el
referente es plural (les miró en
lugar de los miró) y no se admite en absoluto le por lo en el caso de referente inanimado (el café no le pruebo en lugar de lo correcto, el café no lo pruebo).
Tampoco se permite el uso de le y les por la y las, cada vez más
frecuente por ultracorrección: A Irene se
le veía muy animada (se la veía). Las chicas no permiten que les invite al cine (las invite).
En el laísmo (esto es, el uso impropio de la y las
como complementos indirectos en lugar de le y les) es más evidente
todavía la tendencia a primar la distinción de género sobre las funciones de
complemento directo e indirecto. Es más frecuente en singular que en plural,
sobre todo referente a personas: Las
contaban que en el extranjero la vida era mejor (les contaban). La susurraba secretos
al oído mientras la buscaba las manos (le susurraba; le buscaba). Quien incurre
en laísmo suele ser a la vez a la vez
leísta: La aclaré que a ese le había conocido
en la calle (le aclaré; lo había conocido). La norma culta del español
estándar no admite el laísmo hablado ni escrito.
El loísmo,
consistente en el uso de lo y los en función de complemento indirecto
cuando el referente es de género masculino (sea de cosa o persona) o neutro en
lugar de le o les, es un fenómeno paralelo al laísmo, pero su frecuencia siempre
ha sido menor y se ha considerado vulgar: ¿Qué
lo preocupa? (le preocupa). Los gusta
molestar (les gusta). Estudiaba informática porque lo admiraba la magia que encerraba
(le admiraba). La norma culta del español estándar no admite el loísmo.
Al escribir,
a veces se incurre en loísmo —y laísmo— por ultracorrección cuando se duda si
el verbo es transitivo o intransitivo y se pretende evitar el leísmo. Se da la
paradoja de que los usos loístas y laístas son más frecuentes entre hablantes y
escritores de cierta cultura en el caso de los verbos que se construyen con un
sustantivo en función de complemento directo y que actúan como semilocuciones
verbales, como prender fuego, sacar
brillo, dar gusto, dar risa, etc.: Échala un vistazo a esta revista (échale). Se
acercaron a los aviones y los prendieron fuego (les prendieron). Juan bailó por
darla gusto (darle). Estos casos no deben confundirse con las verdaderas
locuciones verbales (hacer añicos, hacer
polvo, hacer trizas), formadas por un verbo y un sustantivo, que tienen
significado conjunto y funcionan como verbo:
La prolongada sequía las ha hecho polvo. Tiró el vaso y lo hizo añicos. No pudo
ponerse el vestido porque alguien lo había hecho trizas.
Son
frecuentes también las ultracorrecciones provocadas por los verbos transitivos
que llevan implícito en su significado un complemento directo, aunque no
aparezca en la oración: A mi hija la han
pegado en el colegio (le han pegado; el
complemento directo sería un golpe, una
patada, un puñetazo, etc.). A mi novia
la escribí anoche (le escribí; el
complemento directo sería un wasap, un
correo electrónico….). El tenor se
acercó a cantarla (a cantarle; el
complemento directo sería una canción,
una melodía…).
Es necesario señalar, por
último, que algunos verbos favorecen usos leístas en todo el ámbito hispanohablante
porque presentan alternancia de dativo-acusativo, de igual modo que otros
muchos verbos presentan alternancias de régimen prepositivo (abastecerse
de, con; comerciar en, con; confiar a, en…). Por ejemplo, se sigue
debatiendo entre los gramáticos si son casos de leísmo construcciones con los
pronombres le y les más verbos como creer,
obedecer, escuchar, ayudar y otros similares o se trata más bien de
alternancias de régimen: en español europeo se prefieren, a este respecto,
construcciones como a Isabel no la
creyeron, mientras que en español americano, con escasas excepciones, se
opta por a Isabel no le creyeron, puesto
que no se considera le complemento
directo sino indirecto (dativo y no acusativo): aunque en España sería posible
la construcción Isabel no fue creída por
el jurado, parece que en la mayoría de los países latinoamericanos se
rechazaría.
La lengua destrabada
Si te interesan los asuntos de lengua y escritura, te invito a leer La lengua destrabada. Manual de escritura, publicado por Marcial Pons (Madrid, 2017). Clica en este enlace para entrar en la página de la editorial, donde encontrarás la presentación del libro y este pdf, que recoge las páginas preliminares, el índice y la introducción completa.
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Hola, Carmen:
ResponderEliminarOtra vez yo. He visto esta frase y no lo entiendo:
A esta niña la gritan demasiado.
Siempre he usado "le" en estos casos.
Por ejemplo:
Le gritan todos los días porque no hace los deberes.
Aunque diría, forzando un poco:
No cantan la canción, la gritan.
Soy de una zona leísta, tal vez de ahí vengan los problemas.
Saludos,
Peniel
Y de paso añado otra duda.
EliminarTocaron a la puerta...
¿Qué función cumple "a la puerta"? En un libro dicen que es un CD pero en mi opinión con "La tocaron" pierde el significado.
Saludos cordiales,
Peniel
Es 'le gritan demasiado'. 'A la puerta' no es complemento directo, sino complemento de régimen. Explico esto y mucho más en la nueva entrada del blog «Sobre gritar, llamar y tocar», inspirada en tus preguntas.
EliminarUn saludo, Peniel.
¡Genial! Voy a echarle un vistazo.
ResponderEliminarPues me había confundido al verla más arriba. ("La gritan demasiado. Pero también pueden existir múltiples razones comunicativas por las que sí interese expresar la palabra a la que aluden los pronombres personales: Esas toallas las habíamos encontrado tiradas en el suelo. Os estuvieron llamando toda la tarde a vosotros dos. A esta niña la gritan demasiado.")
Gracias de nuevo, poco a poco crece mi comprensión, de verdad que me resultan muy útiles tus explicaciones y tu blog.
Saludos cordiales,
Se me fue el santo al cielo. Ya lo he corregido.
EliminarGracias