Dentro de un texto,
se conoce con este nombre el segmento escrito comprendido entre dos puntos y
aparte en el que se trata una idea o ideas asociadas de forma organizada y
coherente. Puede estar constituido por un grupo de oraciones relacionadas ―que
se separan mediante comas, punto, punto y coma, o puntos suspensivos, signos de
interrogación y signos de admiración―, pero también por una sola oración. Es, por
tanto, una unidad superior a la oración pero inferior al epígrafe, capítulo y
texto. Su finalidad esencial es estructurar el contenido de un escrito,
mostrando de una forma gráfica y formal —mediante la separación por puntos y
aparte— la organización interna del mismo. Posee, por tanto, valor significativo y gráfico.
Desde el punto de
vista significativo, un párrafo puede ceñirse a un modelo temporal cuando su
intención es relatar algo que ha sucedido, presentando los hechos clave en
orden cronológico (narración); detallar un proceso paso a paso, recurriendo a expresiones
de transición para avanzar en la exposición cuando se pretende, por ejemplo,
compartir una receta de cocina (procedimiento); seguir un patrón espacial con
el fin de que la vista (mental) viaje, a medida que se progresa, de lo que está
más cerca a lo que está más lejos o viceversa (descripción); o apoyar una hipótesis
con razones convincentes, yendo de las causas a los efectos, examinando pros y
contras o definiendo un término que se
considera crucial (argumentación). Atendiendo a la función primordial que
cumpla el párrafo en el texto, se definirá como narrativo, expositivo o de
procedimiento, descriptivo o argumentativo. Pero en cualquier texto bien
construido es fácil apreciar que sus párrafos incluyen una mezcla de características,
aunque bien es cierto que unas destacarán de las otras. Atendiendo tanto a su posición
en el texto como al cometido que se le asigna, un párrafo puede ser además introductorio,
de desarrollo o de conclusión.
Desde el punto de
vista gráfico, el párrafo se distingue en un escrito por comenzar siempre por
letra mayúscula y punto y aparte. Existen distintas modalidades formales de
párrafo cuyo uso depende de la clase de texto que se desee componer, pero
también de preferencias personales. El más habitual en todo tipo de obras
impresas es el denominado ordinario, que
se caracteriza por llevar sangría en la primera línea: tiene todas las líneas
llenas, menos la primera por la sangría y la última, que suele ser corta
(aunque podría ser completa). Debe recordarse, no obstante, que en tipología
clásica es habitual componer sin sangrar la primera línea del párrafo ordinario
después de títulos, subtítulos o citas exentas sangradas.
Poco a poco va
ganando preponderancia el párrafo moderno
o alemán, utilizado sobre todo en
la composición de cartas, revistas y textos de carácter técnico: se distingue
por no llevar ninguna sangría y terminar en una línea corta que no llegue a
la mitad de la caja. El párrafo en bloque se diferencia del alemán en que
su última línea no es corta, sino de longitud semejante al resto: resulta poco
práctico por el esfuerzo de composición que requiere para que sea visible. El
párrafo español difiere del alemán en
que la última línea corta se centra: su empleo suele limitarse a la composición
de pies y epígrafes.
Para la composición
de bibliografías, diccionarios, textos de cuadros o índices, el párrafo apropiado
es el conocido como francés, que se
caracteriza por presentar sangría en todas las líneas menos en la primera
inicial.
Ejemplo:
Martínez Gimeno, Carmen (2005), «Corazón de manzana», en Cuentos con corazón. Prólogo de Belén Rueda, Barcelona, Ediciones
B.
En composiciones
especiales y complejas, así como en textos poéticos, se recurre a otras
disposiciones de párrafo en las que prima la creatividad, como ocurre en el centrado o epigráfico, cuyas líneas toman como referencia una línea guía
central para formar figuras dentadas a ambos extremos, o el de base de lámpara, que presenta líneas
centradas en disminución hasta logar la forma deseada.
No se debe añadir una
línea de blanco entre los párrafos ordinarios, pues la sangría inicial basta
para distinguirlos visualmente dentro de un texto y, si se duplican las marcas,
además de disminuir la simetría se pierde legibilidad. En cambio, los párrafos
moderno o alemán, en bloque y español han de separarse obligatoriamente por una
línea de blanco para facilitar su visibilidad, pues la línea final (aunque sea
corta) no es suficiente para distinguirlos en una página llena.
Por lo que respecta a
la justificación, lo habitual en los libros es la completa (izquierda y
derecha), mientras que en muchas revistas y en las entradas de blog se prefiere
una justificación parcial con alineación de bandera a la derecha (esto es,
alineado a la izquierda); también es posible emplear la alineación de bandera a
la izquierda (esto es, párrafos alineados a la derecha).
Como conclusión, se
debe reiterar que los párrafos no tienen una extensión predeterminada. En
general, los que se escriben para libros son más largos que los que se escriben
para las columnas estrechas de periódicos y revistas, así como para entradas de
blogs. Los párrafos más cortos suelen corresponder a los diálogos de novelas o
ensayos.
El texto de esta
entrada está compuesto en párrafo alemán o moderno y justificación parcial con
alineación de bandera a la derecha.
La lengua destrabada
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Se hace usted cara. Llevaba meses esperando. Muy interesante artículo.
ResponderEliminarSiento hacerme cara, profesorlilemus. Diversas vicisitudes de los últimos meses me han impedido encontrar el tiempo y la tranquilidad necesarios para pensar y escribir en este blog.
EliminarMuchas gracias por leer esta entrada.
Un cordial saludo.