jueves, 13 de octubre de 2016

El párrafo

El párrafo
Dentro de un texto, se conoce con este nombre el segmento escrito comprendido entre dos puntos y aparte en el que se trata una idea o ideas asociadas de forma organizada y coherente. Puede estar constituido por un grupo de oraciones relacionadas ―que se separan mediante comas, punto, punto y coma, o puntos suspensivos, signos de interrogación y signos de admiración―, pero también por una sola oración. Es, por tanto, una unidad superior a la oración pero inferior al epígrafe, capítulo y texto. Su finalidad esencial es estructurar el contenido de un escrito, mostrando de una forma gráfica y formal —mediante la separación por puntos y aparte— la organización interna del mismo. Posee, por tanto, valor  significativo y gráfico.

Desde el punto de vista significativo, un párrafo puede ceñirse a un modelo temporal cuando su intención es relatar algo que ha sucedido, presentando los hechos clave en orden cronológico (narración); detallar un proceso paso a paso, recurriendo a expresiones de transición para avanzar en la exposición cuando se pretende, por ejemplo, compartir una receta de cocina (procedimiento); seguir un patrón espacial con el fin de que la vista (mental) viaje, a medida que se progresa, de lo que está más cerca a lo que está más lejos o viceversa (descripción); o apoyar una hipótesis con razones convincentes, yendo de las causas a los efectos, examinando pros y contras o  definiendo un término que se considera crucial (argumentación). Atendiendo a la función primordial que cumpla el párrafo en el texto, se definirá como narrativo, expositivo o de procedimiento, descriptivo o argumentativo. Pero en cualquier texto bien construido es fácil apreciar que sus párrafos incluyen una mezcla de características, aunque bien es cierto que unas destacarán de las otras. Atendiendo tanto a su posición en el texto como al cometido que se le asigna, un párrafo puede ser además introductorio, de desarrollo o de conclusión.

Desde el punto de vista gráfico, el párrafo se distingue en un escrito por comenzar siempre por letra mayúscula y punto y aparte. Existen distintas modalidades formales de párrafo cuyo uso depende de la clase de texto que se desee componer, pero también de preferencias personales. El más habitual en todo tipo de obras impresas es el denominado ordinario, que se caracteriza por llevar sangría en la primera línea: tiene todas las líneas llenas, menos la primera por la sangría y la última, que suele ser corta (aunque podría ser completa). Debe recordarse, no obstante, que en tipología clásica es habitual componer sin sangrar la primera línea del párrafo ordinario después de títulos, subtítulos o citas exentas sangradas.

Poco a poco va ganando preponderancia el párrafo moderno o alemán, utilizado sobre todo en la composición de cartas, revistas y textos de carácter técnico: se distingue por no llevar ninguna sangría y terminar en una línea corta que no llegue a la  mitad de la caja. El párrafo en bloque se diferencia del alemán en que su última línea no es corta, sino de longitud semejante al resto: resulta poco práctico por el esfuerzo de composición que requiere para que sea visible. El párrafo español difiere del alemán en que la última línea corta se centra: su empleo suele limitarse a la composición de pies y epígrafes.

Para la composición de bibliografías, diccionarios, textos de cuadros o índices, el párrafo apropiado es el conocido como francés, que se caracteriza por presentar sangría en todas las líneas menos en la primera inicial.

Ejemplo:
Martínez Gimeno, Carmen (2005), «Corazón de manzana», en Cuentos con corazón. Prólogo de Belén Rueda, Barcelona, Ediciones B.

En composiciones especiales y complejas, así como en textos poéticos, se recurre a otras disposiciones de párrafo en las que prima la creatividad, como ocurre en el centrado o epigráfico, cuyas líneas toman como referencia una línea guía central para formar figuras dentadas a ambos extremos, o el de base de lámpara, que presenta líneas centradas en disminución hasta logar la forma deseada.

No se debe añadir una línea de blanco entre los párrafos ordinarios, pues la sangría inicial basta para distinguirlos visualmente dentro de un texto y, si se duplican las marcas, además de disminuir la simetría se pierde legibilidad. En cambio, los párrafos moderno o alemán, en bloque y español han de separarse obligatoriamente por una línea de blanco para facilitar su visibilidad, pues la línea final (aunque sea corta) no es suficiente para distinguirlos en una página llena.

Por lo que respecta a la justificación, lo habitual en los libros es la completa (izquierda y derecha), mientras que en muchas revistas y en las entradas de blog se prefiere una justificación parcial con alineación de bandera a la derecha (esto es, alineado a la izquierda); también es posible emplear la alineación de bandera a la izquierda (esto es, párrafos alineados a la derecha).

Como conclusión, se debe reiterar que los párrafos no tienen una extensión predeterminada. En general, los que se escriben para libros son más largos que los que se escriben para las columnas estrechas de periódicos y revistas, así como para entradas de blogs. Los párrafos más cortos suelen corresponder a los diálogos de novelas o ensayos.

El texto de esta entrada está compuesto en párrafo alemán o moderno y justificación parcial con alineación de bandera a la derecha.



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2 comentarios:

  1. Se hace usted cara. Llevaba meses esperando. Muy interesante artículo.

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    1. Siento hacerme cara, profesorlilemus. Diversas vicisitudes de los últimos meses me han impedido encontrar el tiempo y la tranquilidad necesarios para pensar y escribir en este blog.

      Muchas gracias por leer esta entrada.

      Un cordial saludo.

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