viernes, 29 de marzo de 2024

Poemas (casi) de amor

Tomé por luciérnagas tus ojos,
por brisa marina tus suspiros,
por montañas tus pechos.
Y brotó de la arena del desierto
este amoroso poema,
escrito con agua de espejismo.

          ***

Brota de mis dedos agua,
de mi boca mana miel,
el tiempo gotea tiempo
y giro sobre tierra plana
cuando en tus ojos viajo,
reteniendo hoy ahora
sin pensar en el mañana.

     ***

Si mis palabras fueron necias
o sus oídos sordos,
no hubo autoridad togada
para probarlo.
Violeta es violeta
y naranja naranja,
aunque rosa esté
abierta
a conjeturas
cuando la vida avanza.

        ***

Perdí mi inocencia cuando
la muñeca de cartón
perdió su vida
al deshacerse en la bañera.
Salí del agua turbia a un tiempo
amanecido antes de tiempo
y comencé a llorar y a rebelarme
frente a certezas asumidas sin litigio
que mansas se dejaban llevar
en voraz remolino al sumidero.
Me convertí en la zurda porfiada
desde entonces
que ni sabe de derechas ni le importa.
Y mi empeño en general como siniestra
fueron causa perdidas
casi siempre.
Pero no es una queja.
Hubo instantes de alegría pura
e instantes de entrega consentida,
y una tarde, mientras derrotas repasaba
y componía despedidas,
evocando la muñeca inmolada,
vino a mí el olor adolescente
de aquel con quien tanto quería.

           ***

La casa de ecos habitada
porque ya no estás.
¿Qué se hizo del libro de la noche,
del trajín oloroso del almuerzo
y del chirrido de la puerta a tu llegada?
Amor con dolor se paga
cuando sobreviene la distancia
irremediable
que en eternidad separa.

          ***

Voy a tu encuentro con mis zapatos
nuevos,
achicando el espacio a zancadas
gigantescas.
Me deshago las trenzas
de la noche
e inauguro pintalabios
pues,
como cuando niña,
voy de estreno.
Y el corazón
que entiende
de razones
brinca,
como los peces en el río,
y golpea animoso
dentro del pecho.
Desde su estrecho muro, te presiente,
aunque equívoco,
al alcance
de mis menudos dedos.

     ***

Hoy mejor que mañana
para la esperanza.
Me digo que no es tarde
para esta epifanía
y la vista enderezo
mirando al horizonte.
Torcida la tenía de fijarme
en tus deseos.
No seré más Penélope
teje y desteje
sentada ante el telar.
Crecen mis alas por momentos
y volaré sin abrasarme como Ícaro
puesto que, una vez salvada
de la voracidad
de quienes me aman,
la luz soy
Yo.

     ***

Penélope, no consientas que
nadie
compruebe tu tejido.
Abandona el telar,
cíñete a la cintura
el nuevo peplo
y echa a correr.
Tal vez llegues a algún lugar
o tal vez salgas de todos.
Lo mismo da siempre que atrás queden
los que llamas otros y pretenden
rodearte.
No consientas, en fin, dividirte
a ti misma,
pues que siempre serás
la perdedora.

      ***

Me cubriré con un manto de palabras
cuando ya no me quieras,
tejido en cualquier telar arrinconado.
Puesto que no preguntas,
dejaré por escrito la respuesta:
que entiendo tu nostalgia
por las vidas que viviste
mientras yo aguardaba,
que aunque hayas vuelto,
ignoras el porqué
y temes esta calma compartida
y que, más que la muerte,
te angustia envejecer.
Resbala el tiempo
y nada significa
este futuro sin futuro,
mas aquí estoy,
dispuesta a mitigar el miedo
pegando espalda contra espalda.


© Carmen Martínez Gimeno, 2024

        


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