martes, 4 de agosto de 2015

Ortografía (II)

Escritura de las vocales



Después de un desarrollo ortográfico de siglos en el que se procuró tender hacia la simplicidad, a casi todas las letras del abecedario español (que son veintisiete) les corresponde siempre un único sonido. Son las excepciones a esta regla ―unas más importantes que otras― las que provocan dificultades y muchas de las conocidas como «faltas de ortografía» en la escritura.

Ciñéndonos de momento a las vocales (que son solo cinco), encontramos tres fáciles que se escriben y pronuncian del mismo modo siempre (a, e, o) y dos a las que hay que prestar cierta atención en la escritura (u, i). La norma ortográfica establece que cuando la u aparece detrás de la letra consonante g y va seguida de e, i, se convierte en muda para transcribir un sonido velar sonoro como en guerrera, merengue, guisante o guijarro, que es el mismo sonido representado por la g sola seguida de a, o, u, como en gamo, gotera o guapo. Se escribe diéresis cuando es necesario que suene la u posterior a la g seguida de e, i, como sucede en averigüe, güisquería, lingüístico o antigüedad. Además, la u se convierte en muda cuando sigue a la consonante q, con la que siempre aparece agrupada, como en quemadura, quizá o quinientos, para representar con las vocales e, i el mismo sonido consonántico que se consigue con c más a, o, u, como en casa, comida o cuadro.

Aunque tanto la y —cuyo nombre las Academias de la Lengua Española recomiendan ahora que sea ye— como la i representan en la escritura el mismo sonido vocálico, su uso no es indistinto. Hoy escribimos con y la conjunción copulativa (Jorge y Cecilia) y las palabras que terminan en y átona (rey, estoy, carey), si bien existen excepciones cuando se trata de palabras procedentes de otras lenguas (Hawái o saharaui). En cambio, escribimos caí, reí, leí, sonreí porque el sonido de i es tónico. El adverbio muy constituye una excepción que no se debe olvidar.

A pesar de la tendencia a la simplicidad con tanta insistencia destacada, no son infrecuentes en español las secuencias de dos vocales iguales en la escritura (aa, ee, ii, oo). Con doble a se escriben los topónimos y antropónimos procedentes de otras lenguas que contienen esa secuencia en su grafía originaria (El Aaiún, Isaac o Aarón, así como sus derivados). La doble -aa- aparece también en los vocablos resultantes de la unión de prefijos o elementos compositivos terminados en -a (contra-, extra-, infra-, intra-, meta-, para-, supra-, tetra-, ultra-…) con palabras que comienzan por a- (contraalmirante; contraatacar; extraabdominal; infraalimentar; ultraatlántico). Asimismo, asoma la doble -a- en los compuestos surgidos al unir palabras acabadas en -a con otras que comienzan por a- (portaaviones; quitaangustias).

Por su parte, la secuencia -ee- es abundante, pues aparece en el infinitivo y muchas formas de la conjugación de verbos como creer, leer, peer, poseer, proveer y sobreseer, así como en sus derivados; en todas las personas del presente de subjuntivo y la primera persona del singular del pretérito perfecto simple de indicativo de los verbos terminados en -ear (abofetee, abofeteé; desees, deseé; paseéis, paseé; peleen, peleé); en los vocablos acreedor y veedor; y también en antropónimos y topónimos como Beethoven o neerlandés. Aparece además la doble -e- en las palabras formadas por prefijos o elementos compositivos terminados en -e (pre-, re-, requete-, sobre-, tele-, vice-…) unidos a palabras que empiezan por e- (reelegir; reembolsar; preestreno; sobreentender; teleeducación); y en los compuestos creados por palabras que acaban en -e antepuestas a otras que también empiezan por e-(maestreescuela; sieteenrama).

Pasando a la secuencia -ii-, está presente en los derivados creados al añadir sufijos que comienzan por i- (-í, -ismo, -ista, -ita, -ito) a palabras cuya raíz acaba en -í tónica (chií, chiismo, diita, Rociito); en los superlativos en -ísimo de los adjetivos terminados en los hiatos -ío/-ía (friísimo; impiísima); y en las palabras formadas por prefijos o elementos compositivos terminados en -i (anti-, di-, mini-, multi-, pluri-, poli-, semi-, toxi-…) antepuestos a palabras que comienzan por i- (antiimperialismo; multiinstitucional; poliinsaturado; semiinconsciente).

La secuencia -oo aparece en palabras que contienen los elementos compositivos de origen griego zoo en cualquier posición, y noo- y oo-, en posición inicial (zoo, azoospermia, espermatozoo; noosfera; oogénesis, oolito); en la primera persona del presente y la tercera del pretérito perfecto simple del modo indicativo de los verbos acabados en -oar (croo, croó; incoo, incoó; loo, loó); en la palabra loor; en algunos topónimos y antropónimos (Aguilar de Campoo; Quintana Roo; Feijoo); y en las palabras resultantes de la unión de prefijos o elementos compositivos terminados en -o (auto-, electro-, endo-, euro-, foto-, macro…) con palabras que comienzan por o- (autoobservación; eurooccidental; macrooperación; microorganismo).

La secuencia -uu-, por último, solo se da en el latinismo duunvir(o) y sus derivados duunviral y duunvirato.

¿Pero se escriben siempre y en todos los casos estas secuencias de doble vocal, que a veces cuesta pronunciar? Consideremos las siguientes palabras: aguardiente, catabejas, decárea, drogadicto, guardagujas, hexángulo, paraguas, saltatrás, tientaguja, tornatrás, tragaldabas; resfriar, restallar, restregar, sobrescribir, sobrestimar, telespectador, telesquí, tentempié, rompesquinas; seminternado; decimoctavo, monóculo, monocular, monóxido, radioyente. Todas ellas admiten en la actualidad esta única forma tanto en lengua oral como escrita, aunque en su origen llevaban una doble vocal. Basándose en este precedente de simplificación vocálica, las Academias de la Lengua Española recomiendan (pero no obligan a) emplear de manera preferente las grafías simplificadas en todos los casos de palabras compuestas (en el sentido más general del término) en las que la reducción vocálica de las cuatro secuencias (-aa-, -ee-, -ii-, -oo-) esté generalizada en la lengua oral y no haya problemas para identificarlas ni confluencia con otras ya existentes de significado distinto: contratacar, infralimentar, intrarticular, antimperialismo, rembolsar, restreno, sobrentender, antincendios, polinsaturado, seminconsciente, autobservación, microrganismo, euroccidental.

Recordemos de nuevo el límite de la simplificación vocálica según las Academias de la Lengua: siempre que no se planteen problemas para la identificación de las palabras ni confluencia de significado con otras que lo tienen distinto. Por ello, en el caso de la secuencia -aa-, es obligatorio mantener la doble vocal cuando la palabra base comienza por el prefijo privativo a- (ultraamoral; palabra base, amoral) para distinguirla de la palabra que carece de dicho prefijo privativo (ultramoral; palabra base, moral), puesto que sus significados no pueden ser más distintos.

En el caso de la secuencia vocálica -ee-, no aceptan la simplificación términos como reestablecerse (volver a establecerse), reevaluar (volver a evaluar) o reemitir (volver a emitir), puesto que el mantenimiento de la doble vocal en la lengua oral y en la escrita los diferencia de restablecerse (recuperarse de una enfermedad), revaluar (aumentar el valor de algo) o remitir (enviar, diferir o perder intensidad), cuyos significados son  a todas luces distintos.

Es obligatorio mantener la secuencia vocálica -ii- en los vocablos resultantes de unir el elemento compositivo semi- a palabras que comienza con el prefijo i- de privación (semiilegal; semiiletrado; semiirregular) a fin de establecer una diferencia con las palabras en las que la base no presenta dicho prefijo privativo (semilegal; semiletrado; semirregular). De igual modo, se debe conservar la doble vocal cuando se antepone cualquier otro prefijo terminado en -i a una palabra formada con el prefijo privativo i- (archiilegal, distinto de archilegal).

En lo concerniente a la secuencia vocálica -oo-, es obligado mantenerla en las palabras formadas con el elemento compositivo bio- a fin de evitar confusiones con las formadas a partir del prefijo bi-, que significa «dos» (biooceánico, biooxidacion frente a bioceánico, bioxidación). Por lo que respecta a las palabras formadas por anteposición del prefijo co- a otras que comienza también por -o, (cooficial, cooperar, coopositor, cooptar, coordenada, coordinación, coorganizar), el uso de la escritura con la doble vocal es imperante en la actualidad, aunque las Academias de la Lengua Española no censurarían las grafías con reducción vocálica cuando ya se dé de manera generalizada y constante en la lengua oral (cooperar, pronunciado como coperar, y sus derivados coperante o coperativa; coordinar, pronunciado como cordinar, y sus derivados coordinador, cordinado; coordenada, pronunciado como cordenada). Apenas existe, sin embargo, uso escrito culto de estas formas, que en la mayoría de los sellos editoriales se corregirían sin pensarlo como flagrantes faltas de ortografía.

Concluyo por hoy señalando que cuando en una palabra aparece una h intercalada que separa dos vocales iguales, por muy muda que sea, no permite su simplificación. Así, escribimos siempre contrahacer, causahabiente, matahambre; aprehensión (acción y efecto de aprehender); nihilismo, antihigiénico, antihistamínico; cohonestar, cohorte, prohombre o ricohombre.


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