viernes, 16 de octubre de 2020

Dos puntos: orígenes y posibilidades actuales de uso en español

Según el Diccionario de la lengua española de la RAE, ‘puntuar’ es en gramática «poner en la escritura los signos ortográficos necesarios para distinguir el valor prosódico de las palabras y el sentido de las oraciones y de cada uno de sus miembros». ‘Puntuación’, por su parte, es tanto la acción y efecto de puntuar como el conjunto de los signos ortográficos que sirven para ello. Los dos términos provienen del latín punctum, punto, puesto que fue este signo el primero adoptado ya en la Antigüedad clásica como ayuda a la lectura en voz alta de la scriptio continua. Los romanos tomaron de los griegos el principio básico por el cual se iba a regir la puntuación hasta bien entrada la Edad Media: la utilización del punto escrito en tres posiciones distintas dentro de la línea, alto, medio y bajo, para marcar las pausas, respectivamente, con una intensidad mayor, intermedia y menor. En torno a la segunda mitad del siglo ix, desde la corte de Carlomagno se fue propagando por Occidente un sistema perfeccionado de signos (positurae): el punctus versus (punto con una vírgula curva debajo); el punctus interrogativus (punto con un rasguillo ascendente hacia la derecha) y el punctus elevatus (punto con una especie de coma superpuesta). Cuando a estas positurae o situaciones de los signos se añadió el uso de las litterae nobiliores (mayúsculas destacadas) para resaltar el inicio de la oración, la altura de los puntos dejó de tener importancia.

El punctus elevatus dio lugar en la ortografía tradicional española al colon (:) y al semicolon (;). El término griego κῶλον, que significa ‘miembro’ o ‘parte’, se utilizó en la gramática griega para designar a los miembros o partes de una oración y pasó como colon, con el mismo valor, a la gramática latina para acabar denominando también a los signos con los que se marcaban las pausas menores dentro de un mismo periodo. El Diccionario de la lengua española de la RAE recoge la siguiente definición: «Gram. Tradicionalmente, parte o miembro principal del periodo. || 3. Ortogr. Tradicionalmente, signo de puntuación con que se distinguen estos miembros. En castellano y otras lenguas es el punto y coma o los dos puntos».

Se suele afirmar que la imprenta, al fundir en plomo los signos de puntuación, consiguió inmovilizarlos en su evolución a partir del siglo xv. Es necesario introducir ciertos matices, sin embargo. La mayoría de los signos que se han universalizado tienen muchos siglos de antigüedad, sin lugar a dudas, pero sus usos han variado a lo largo del tiempo y de los distintos países. Ciñéndonos al caso español, no hay más que leer textos antiguos, incluso de hace un siglo o dos, para comprobar que los dos puntos y el punto y coma se solapaban y confundían a menudo en la escritura. Incluso la última Ortografía de la RAE (2010) decidió mejorar la explicación acerca de los cometidos de los dos puntos en un enunciado y añadió algunas pautas en cuanto al empleo de mayúscula o minúscula inicial tras su escritura.

Las normas ortográficas actuales de nuestra lengua prescriben recurrir a la escritura de dos puntos en un enunciado cuando este se interrumpe para centrar la atención en lo que viene a continuación. Por tanto, es la puntuación adecuada para exponer una conclusión (La lectura es acumulativa y opera por progresión geométrica: cada una nueva edifica sobre lo ya leído antes), aportar una consecuencia (Con una fiebre tan elevada no se podía esperar: había que avisar a su familia) o dar una explicación (El proceso del aprendizaje se imaginaba así: en la base del cerebro había una «red maravillosa» de pequeños vasos que actuaban como  canales de comunicación).  También sirven los dos puntos como elemento de enlace entre proposiciones u oraciones en sustitución del nexo que las relacionaría para expresar, por ejemplo, causa-efecto, finalidad, oposición o verificación: Se han incrementado exponencialmente los contagios: habrá duras restricciones a la movilidad. Eso no es una novela, sino la guía telefónica: demasiados personajes para tan poco argumento. Hagamos un mapa mental: comprenderemos mejor el problema.

Locuciones explicativas como a saber, dicho de otro modo, en otras palabras, es más, por ejemplo, verbi gratia y demás semejantes suelen ir seguidas de dos puntos, aunque las más de las veces también admiten puntuarse con coma: Un buen libro debe producir un golpe doloroso, a saber: la muerte de un ser querido o la pérdida de un órgano vital. Dicho de otro modo: un libro ha de ser el hacha que quiebre el mar helado de nuestro interior.

Con todo, los dos puntos encuentran en la escritura su empleo más habitual en las enumeraciones explicativas tras el elemento que aúna y anticipa la serie (Había gestos prohibidos: apuntar con el dedo, aplaudir sonoramente, sacar la lengua, encogerse de hombros o silbar) o al final de una enumeración antes de aportar el elemento conclusorio (Hacer una reverencia de saludo, abandonar el escenario despreciando los aplausos y cambiarse enseguida de ropa: ese era su comportamiento inamovible). Es necesario en este punto efectuar una advertencia: es incorrecto escribir dos puntos después de preposiciones (La estructura externa de un libro impreso está compuesta por: lomo, solapa y chaqueta o forro). Lo adecuado en la mayoría de estos casos es eliminar los dos puntos (La estructura externa de un libro impreso está compuesta por lomo, solapa y chaqueta o forro). De hecho, para comprobar la idoneidad de los dos puntos dentro de un enunciado, no hay más que suprimirlos: si el enunciado mantiene su precisión sintáctica, es que sobraban. No obstante, si por motivos de claridad o estilo se desea mantener tal puntuación, siempre es posible adecuar la redacción (La estructura externa de un libro impreso consta de las siguientes partes: lomo, solapa y chaqueta o forro).  

Tal como se aprecia en los ejemplos aducidos hasta el momento, a continuación de los dos puntos las más de las veces se escribe con letra minúscula inicial. Solo es necesario  recurrir a mayúscula inicial en casos contados, que comparten siempre la particularidad de que tras los dos puntos comienza una unidad enunciativa nueva y completa, con independencia de sentido. Así, se impone la mayúscula inicial después de los dos puntos:

·    Al final del encabezamiento de una carta o correo electrónico. La palabra posterior escrita con mayúscula inicial aparecerá en línea aparte:

Estimados colegas:

A quien corresponda:

·       En textos jurídicos y administrativos, tras el verbo que establece el objetivo del escrito (CERTIFICA: EXPONE:). La primera palabra con mayúscula inicial se escribe en línea aparte. Son los únicos casos en los que está permitido utilizar dos puntos y a continuación la conjunción que (Solicita que: Expone que: Promete por su honor que:). Los verbos de estos documentos se escriben íntegros en letra mayúscula.

·       En formularios, solicitudes, cuestionarios e impresos en los que se deba consignar información, detrás de cada ítem: Estado civil: Viudo. Profesión: Intérprete jurado.

·       A continuación del verbo introductorio de una cita literal en estilo directo: Margaret Fuller opinó: «Los libros no pueden sustituir a la experiencia, pero son un medio para contemplar a toda la humanidad, un núcleo a cuyo alrededor se puede reunir todo el conocimiento».

·       Detrás de vocablos o expresiones de advertencia, anuncio, consejo y similares, seguidos de un enunciado independiente y completo: Aviso: Es obligatorio el uso de guantes y mascarilla en todo lugar público. Fe de erratas: No consta que este libro contenga ninguna apreciable. Posdata: La hora de la reunión se fijará en breve. A todos los residentes: Está prohibido estacionar motos en la acera.

·       En títulos y subtítulos de un texto o en titulares de periódico, cuando se precisa concretar un enunciado general previo: Introducción: Lenguaje y gnosis. Segunda Parte: Raíces históricas. Objetivo: Salvar la Tierra.

·       Después de titulillos de listas, enumeraciones y esquemas o de epígrafes internos de un texto, siempre que se escriba en la misma línea y no aparte: Principios: Las primeras nociones de escritura y lectura se aprendían practicando el enlace de signos. Es posible, asimismo, recurrir al punto y seguido en lugar de los dos puntos. Una vez elegida la puntuación, debe mantenerse la uniformidad a lo largo de todo el escrito.

·       Entre un ejemplo ilustrativo y el resto del enunciado, como se viene utilizando a lo largo de este texto cuando corresponde: Los dos puntos son un signo de puntuación que no puede coincidir con el punto, la coma ni el punto y coma.

Si es necesario, es posible escribir dos puntos detrás de puntos suspensivos y de los signos de cierre de exclamación, interrogación, comillas, paréntesis y rayas: La muerte…: eso no lo esperaba. ¡La muerte!: eso no lo esperaba. ¿La muerte?: eso no lo esperaba. «Cantaba un ruiseñor»: eso fue lo que declaró. Había un ruiseñor (o puede que un mirlo): lo vio con sus propios ojos. Esta fue su decisión ―según contaron―: reanudar la campaña sin esperar más informes. Asimismo, es posible escribir dos puntos detrás del punto abreviativo: Teléf.: 98071561.

Bien empleados, los dos puntos agilizan la escritura al marcar de manera sintética y clara la conexión de lo anterior con lo que les sigue y se convierten en un apreciable rasgo de estilo maduro. Dominar los dos puntos supone un elevado grado de destreza. Quien lo haya logrado, también sabrá que no se considera conveniente recurrir a ellos de manera sucesiva en un mismo enunciado, puesto que se oscurecería la relación sintáctica que se pretende establecer entre los diversos elementos concernidos. Por tanto, sería preciso variar redacciones como la siguiente: Se ofrecen dos puestos de trabajo: cantante y poeta: el primero trabajará a diario; el segundo, los fines de semana. Lo adecuado sería escribir: Se ofrecen dos puestos de trabajo: cantante y poeta. El primero trabajará a diario; el segundo, los fines de semana. Añadamos un ejemplo más: Bizancio, ante la complejidad del escenario, cambió de postura: decidió utilizar la fuerza pero, sobre todo, la diplomacia: negociaciones con el califa cordobés para enfrentarse a los piratas sarracenos y la flota fatimí, así como, más adelante, pactos con el emperador alemán. Entre las diversas posibilidades de corrección, estaría la siguiente: Bizancio, ante la complejidad del escenario, cambió de postura: decidió utilizar la fuerza pero, sobre todo, la diplomacia. Entabló negociaciones con el califa cordobés para enfrentarse a los piratas sarracenos y la flota fatimí; y, más adelante, alcanzó pactos con el emperador alemán. No obstante, debe tenerse presente que es perfectamente válida la repetición cercana de los dos puntos cuando se da en enunciados distintos, puesto que no queda afectada la clara percepción de las dependencias sintácticas: Aldo describió el libro-abecedario: «Era una joya única: tenía en mis manos un tesoro». A lo largo de este texto aparecen múltiples ejemplos de uso cercano de dos puntos, todos ellos fundados porque pertenecen a enunciados distintos y queda patente su correspondiente dependencia sintáctica.   

La lectura de «Redactar y corregir enumeraciones y listados» (clicando sobre el título), texto publicado en este mismo blog, puede servir de complemento a lo aquí expuesto.


 La lengua destrabada


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