martes, 20 de marzo de 2018

Retos de corrección: apuntes sobre edición sustancial



corrección sustancial
Cuando una institución, empresa o autor académico solicita una corrección profesional de su texto antes de enviarlo a una editorial, la persona encargada de realizarlo debe dedicar el tiempo oportuno a su lectura para después ser capaz de redactar un informe previo en el que se establezcan debilidades y fortalezas, se especifique el tipo de corrección necesaria, se determine el plazo de realización y se estipule la retribución pertinente en virtud de la complejidad de lo que se sugiere llevar a cabo.

Las más de las veces, habrá que acometer una edición sustancial del texto: esto es, una corrección comprehensiva que abarque tanto la organización como el contenido. Supone rescritura para eliminar defectos, repeticiones y ambigüedades, reorganización y ajustes, así como la revisión del aparato crítico si lo hubiera. Pero jamás se inicia una edición sustancial sin el consentimiento explícito de quien ha escrito el texto o dirige la publicación. Para obtenerlo, es conveniente enviar una muestra del resultado final que cabrá esperar, comparando dos o tres párrafos originales con los mismos ya corregidos. La mayoría de los clientes aceptarán la edición sustancial si es profesional: es decir, si está fundada y no se limita a retoques estéticos prescindibles.

Una vez aceptada la propuesta, antes de comenzar la edición sustancial de un texto ―sobre todo si es largo o está compuesto por artículos o ponencias de diversos autores―, se debe establecer una hoja de estilo, en la cual se especifican los criterios ortotipográficos que se van a seguir. El tiempo que se tarda en esbozarla y redactarla se recupera en el trascurso del trabajo, pues bastará con echar un vistazo para recordar el estilo de letra que corresponde a los títulos, los subtítulos y las diversas jerarquías de epígrafes; qué palabras se escribirán con mayúscula inicial y cuáles no; qué tratamiento se dará a las citas, las notas bibliográficas y la bibliografía; cómo se compondrán tablas, cuadros y gráficas; cuál será la pauta para sangrías y justificación, etc. En la hoja de estilo también se recogen los criterios tipográficos que se aplicarán para la composición del índice o tabla de contenidos y, en general, todos aquellos aspectos de la corrección que exijan uniformidad.

El objetivo de la edición sustancial, por lo que respecta a la forma de un escrito, es aumentar su legibilidad. Para conseguirlo, se realizan acciones como las siguientes: 
  •        Optimización de párrafos, dividiendo los largos en exceso y reagrupando los demasiado breves.
  •        Control del desarrollo lógico, añadiendo o suprimiendo marcadores textuales entre párrafos según sea necesario.
  •        Corrección de abreviaturas. Dentro de un texto cuidado, la única aceptable (aparte de las propias de las notas bibliográficas y bibliografías) es etc., si bien se ha de evitar su uso constante. 

 En escritos donde abundan las notas bibliográficas a pie de página, se suele recomendar su inclusión en el texto general mediante el sistema de citado por autor-año: de este modo, se libera espacio y se mejora la legibilidad al evitar interrupciones y distracciones. Pero está acción ha de consensuarse de antemano con los responsables del texto. Veamos un ejemplo de nota bibliográfica a pie de página en un original por corregir: 

10 Cfr. Critchley, Simon y otro (Compiladores), Laclau. Aproximaciones críticas a su obra, Buenos Aires,  FCE, 2008, © 1994, passim.

Incluida en el texto general, la referencia sería: (Critchley, 2008).  En la bibliografía aparecería la referencia completa (corrigiendo los datos aportados):

Critchley, Simon (2008). Laclau: Aproximaciones críticas a su obra, Buenos Aires: FCE.

La puntuación dentro de una entrada bibliográfica es asunto discutido. En la actualidad, se va imponiendo el criterio de separación por puntos y dos puntos, pero no es el clásico empleado en el ámbito editorial hispanohablante, que siempre había preferido la separación de elementos mediante coma, más acorde con las normas generales de puntuación en español. Una vez establecido un criterio, se debe respetar de principio a fin dentro de una misma bibliografía.

Pasando al contenido del texto, la edición sustancial supondrá una rescritura tan amplia como sea preciso. Su objetivo es lograr que el texto resulte comprensible a la primera lectura, sin defectos morfológicos, sintácticos ni ortotipográficos. Veamos el siguiente ejemplo de un texto ya corregido, pero en el que queda un problema: 

En el imaginario posmoderno en que habitamos, comenzamos a estar más inclinados a mirar a ese «otro» y a integrarlo en la narrativa de nuestro pasado y presente no como una genealogía de proceso civilizatorio a la Elias, sino como un componente que nos facilita formular preguntas incómodas, irresolubles.

¿Cómo corregir algo que no se entiende en un texto, por lo demás, fluido? El mejor modo es dejarse de lucubraciones y ponerse en contacto con quien lo escribió, puesto que la responsabilidad del contenido es suya. De este modo, el texto mejorará como sigue:

En el imaginario posmoderno en que habitamos, comenzamos a estar más inclinados a mirar a ese «otro» y a integrarlo en la narrativa de nuestro pasado y presente no como una genealogía del «proceso civilizatorio» que describió Norbert Elias hace ya casi un siglo, sino como un componente que nos facilita formular preguntas incómodas, irresolubles.
Parece oportuno incluir aquí una advertencia sobre los errores de bulto que salpican hasta los textos más eruditos.  Se citan dos ejemplos extraídos de correcciones recientes:
Victoria reinaba sobre el más basto número de razas, poblaciones y lenguas que el mundo hubiera conocido.
Un rápido vistazo en perspectiva y escala mundial nos rebela dificultades para encontrar un Estado-nación.
El uso generalizado de los correctores ortográficos y gramaticales incluidos en los procesadores de texto ha provocado que se baje la guardia ante faltas de ortografía que antes no se cometían. Debe tenerse presente que dichos correctores automáticos no son fiables al cien por ciento porque no discriminan. La minuciosa rescritura que supone la edición sustancial quedará oscurecida si se cuelan errores garrafales de este tipo. 

Para finalizar, he aquí el siguiente párrafo:
Cualquier aproximación al oficio de la enseñanza de la época Medieval, exige considerar las etiquetas y los estigmas con los que carga esta época de la Historia. Resulta pues increíble que a más de 60 años que la historiografía europea estableciera las luces y la trascendencia de este período, aún hoy sea tema y preocupación de la docencia aclarar las imágenes sombrías con la que carga el imaginario colectivo. Lo que en la década de los 90’s, Jacques Heers llamó “la invención de la Edad media” (Heers, 1995), es el resultado de una historiografía ideológicamente interesada en construir un modelo de oposición cultural.
Compárese con el mismo párrafo corregido para comprobar la sistematización del uso de mayúsculas, la escritura de años y décadas, y la puntuación:    
Cualquier aproximación al oficio de enseñar la época medieval exige considerar las etiquetas y los estigmas con los que carga. Resulta, pues, increíble que a más de sesenta años de que la historiografía europea estableciera las luces y la trascendencia de este período, aún hoy sea tema y preocupación de la docencia aclarar sus imágenes sombrías en el imaginario colectivo. Lo que en la década de 1990 Jacques Heers (1995) llamó «la invención de la Edad Media» es el resultado de una historiografía ideológicamente interesada en construir un modelo de oposición cultural.

 La edición sustancial es una labor concienzuda que exige preparación y experiencia. Es imprescindible entender un texto antes de iniciar su corrección. Y siempre se ha de respetar a quien lo ha escrito.  


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