Las palabras se las lleva el viento, mientras que lo escrito permanece: es el sentido que hoy se suele atribuir a esta frase clásica latina. Sin embargo, Alberto Manguel, en su libro Una historia de la lectura, le da la vuelta y afirma que en la Antigüedad significaba justo lo contrario: se acuñó como alabanza de la palabra pronunciada en voz alta, que tiene alas para volar, frente a la palabra que permanece silenciosa sobre la página, inmóvil, muerta.
Cuando las palabras vuelan, es más fácil entenderse. En conversación o en lectura en voz alta, siempre cabe preguntar al que habla qué es lo que ha querido decir y pedirle que se explique mejor. Pero cuando un lector se enfrenta a un texto escrito no tiene a quién dirigir su queja: es él quien ha de descifrar lo que guardan esas palabras muertas. Él se encargará de darles vida y alas con su lectura; de convertir esas mudas letras scripta en verba, palabras habladas, alimento del espíritu.
La puntuación, esos pequeños signos que se intercalan en la escritura, son como guijarros que ha ido arrojando el escritor en lugares clave para facilitar que se siga el curso de su pensamiento. El baile de los puntos y las comas nos habla mucho del temperamento de quien escribe y, por supuesto, de su cultura. Puede ser un baile agarrado, de pasitos cortos, con muchos signos de puntuación o un baile suelto sin apenas puntuación, solo la imprescindible. ¿Cuál es el mejor? Va en gustos, aunque la tendencia actual es minimalista, sobre todo con las comas.
Sin embargo, hay comas que no se pueden suprimir porque al hacerlo varía el sentido de lo que se quiere expresar: Los conductores borrachos no respetaban el límite de velocidad no es lo mismo que los conductores, borrachos, no respetaban el límite de velocidad. La colocación de la coma también hace que cambie el significado de la siguiente oración: 1) Pedro entra enseguida; 2) Pedro, entra enseguida. En la frase segunda la coma convierte a Pedro en vocativo, un caso del latín cuya función es llamar o dirigirse a alguien. Recuérdese que los vocativos siempre se separan con comas del resto de la oración. Asimismo, la colocación de una simple coma ante el adverbio como puede alterar el significado de lo que se escribe: No lo hice como me dijiste es completamente diferente a no lo hice, como me dijiste; y añadiendo un punto, cabe una tercera escritura y lectura: No. Lo hice como me dijiste. Una coma detrás del adverbio de negación no incluso podría llegar a convertirse en cuestión de vida o muerte, pues es muy diferente escribir: No, tenga piedad que no tenga piedad. La oración no acostumbra a llegar tarde expresará cosas diversas según los signos de puntuación que empleemos para escribirla: 1) No acostumbra a llegar tarde; 2) No, acostumbra a llegar tarde; y 3) No. Acostumbra a llegar tarde. Por su parte, delante de pero o aunque, la coma suele resultar superflua cuando la oración principal es corta y la subordinada contiene elementos sobreentendidos de la primera: Quise esperarte pero se me hizo tarde. Cecilia, no le contestes aunque te llame muchas veces. Por el contrario, si la oración principal es más larga y la subordinada no contiene sus mismos elementos, la coma facilitará la lectura: Pedro quería bajar cuanto antes al pueblo, pero la nieve caída durante la noche había vuelto intransitable el camino.
El punto y coma es la mejor pareja de baile de la coma, aunque muchas veces le cede el puesto al punto y seguido: Era necesario convencer a su padre para que aceptara; encontrar la financiación necesaria; resolver el asunto de los sobornos sin que nadie se enterara, y así todos saldrían ganando. Si apenas los utilizamos, perdemos un útil recurso. Además, su empleo es obligado en las oraciones donde la coma sustituye a un verbo sobreentendido: La primera parte de la obra era interesante; la segunda, anodina; el final, francamente aburrido.
En el baile de la puntuación, el punto y coma puede ser sustituido de manera ocasional por los dos puntos: Yo, por el contario, vivo muy cerca: esta es mi calle. O también: Yo, por el contrario, vivo muy cerca; esta es mi calle. Pero, por regla general, cuando se trata de enumerar una serie de elementos incluidos en la primera oración; cuando la primera oración tiene su consecuencia en la segunda, o cuando se cita lo dicho por otra persona, han de emplearse siempre los dos puntos: No le condenarán por lo que ha escrito: la verdad no puede ser delito. Visiblemente molesto, declaró: «Yo he venido a hablar de mi libro».
El signo de puntuación más fácil de comprender y utilizar es el punto y seguido. Sin embargo, por motivos difíciles de precisar, es el que peor se utiliza, y en su caso los errores suelen ser de omisión. En la mayoría de los textos aparece una coma tras otra sin que quede claro dónde termina una idea y comienza la siguiente. Veamos un ejemplo:
Te voy a contar el motivo de mi
tristeza, Jorge rompió mi ordenador ayer, cuando se lo pedí, me contestó que no
podía devolvérmelo, porque me había enfadado, me retiró la palabra, de
improviso, no supe qué decir, desde que nos conocimos, muchos años atrás, nunca
habíamos discutido así, por un ordenador no iba a terminar nuestra amistad.
El texto tendrá un significado diferente si añadimos otros signos de
puntuación:
Te voy a contar el motivo de mi
tristeza: Jorge rompió mi ordenador. Ayer, cuando se lo pedí, me contestó que no
podía devolvérmelo. Porque me había enfadado, me retiró la palabra. De
improviso, no supe qué decir; desde que nos conocimos, muchos años atrás, nunca
habíamos discutido así: por un ordenador no iba a terminar nuestra amistad.
Otra lectura posible:
Te voy a contar el motivo de mi
tristeza. Jorge rompió mi ordenador ayer cuando se lo pedí. Me contestó que no podía
devolvérmelo porque me había enfadado; me retiró la palabra de improviso. No
supe qué decir. Desde que nos conocimos, muchos años atrás, nunca habíamos
discutido así. Por un ordenador no iba a terminar nuestra amistad.
Y si seguimos con el baile de los puntos y las comas, sin cambiar ni
una palabra, las lecturas proseguirán variando…
De los puntos suspensivos que acabo de utilizar, recomiendan las
gramáticas y los libros de estilo que se empleen con medida, pues su abuso es
propio de escritores poco preparados que pretenden trasladar al lector el trabajo
de completar la frase o el pensamiento dejado a medias. Sin embargo, a veces
son la mejor opción y la más expresiva. Balzac decía que eran puntos ofrecidos a
la imaginación del lector a modo de tablas de salvación para franquear los abismos
de la mente. Y en el baile de los puntos y las comas, pueden ser seguidos
por todos los signos de puntuación menos el punto. Además, son solo tres, como los Reyes Magos.
Concluyo con una verdad de Perogrullo tan cierta como que en lo lleno
no hay vacío: este baile de los puntos y las comas se aprende, igual que el
resto de los bailes, practicando. Así pues, leamos y bailemos: dos diversiones
que, como decía Voltaire, nunca harán daño
al mundo (ni a nosotros mismos).
La lengua destrabada
Si te interesan los asuntos de lengua y escritura, te invito a leer La lengua destrabada. Manual de escritura, publicado por Marcial Pons (Madrid, 2017). Clica en este enlace para entrar en la página de la editorial, donde encontrarás la presentación del libro y este pdf, que recoge las páginas preliminares, el índice y la introducción completa.
Si te interesan los asuntos de lengua y escritura, te invito a leer La lengua destrabada. Manual de escritura, publicado por Marcial Pons (Madrid, 2017). Clica en este enlace para entrar en la página de la editorial, donde encontrarás la presentación del libro y este pdf, que recoge las páginas preliminares, el índice y la introducción completa.
Muchísimas gracias, Carmen. Llevo escribiendo toda mi vida, y en mi caso el tema de las comas, el punto y coma, etc, es algo que hago como dirían los músicos, de oido. Cuando leo lo escrito, es cuando arreglo esos signos de puntuación que no van bien. Pero reconozco que dudo muchísimas veces y me vienen estupendamente estas entradas tuyas tan claras. Un abrazo
ResponderEliminarEl oído tiene mucho que ver, Mamen, y la personalidad de cada escritor también. Por supuesto, además cuenta la época en la que se escribe: incluso unos pocos años de diferencia marcan el uso de la puntuación, por no hablar del vocabulario. Los traductores lo sabemos bien y debemos tenerlo en cuenta cuando traducimos (que no deja de ser escribir) un texto de otro siglo.
EliminarMe alegro de que te sean útiles estas entradas. Un abrazo para ti también.
Como siempre una entrada muy interesante, Carmen. Creo que en el uso de los puntos, las comas y otros signos de puntuación, el instinto de quien escribe también tiene un papel fundamental.
ResponderEliminarEl instinto y el sentido común cuentan, y mucho, Mayte, estamos de acuerdo. Y el estado de ánimo. Pero reflexionar sobre estos temas nos ayuda a subsanar errores y encontrar el mejor modo de expresarnos y lograr que nos comprendan a la primera.
ResponderEliminarGracias por pasarte a leer esta entrada.
Tengo una consulta que hacerte sobre los dos puntos. Últimamente he encontrado en varios libros de indies un ejemplo en el que se usa el punto cuando yo creo que deberían usarse los dos puntos. No es solo que lo crea sino que me salta a la vista como un error ortográfico, y me choca mucho. Te pongo un ejemplo: «—Ven conmigo —dijo él, y después de cogerle la mano, añadió—. Yo te protegeré.» Después de la raya y el «añadió», ¿no van dos puntos? Otro escritor me ha dicho que no, que a él eso le daña la vista, igual que a mí ver el punto. ¿Estoy yo equivocada? Porque, como te digo, lo he visto en varios.
ResponderEliminarGracias por otro excelente artículo.
No estás equivocada, Carmen: lo correcto son los dos puntos. Lo explico en la entrada de este blog «Todo lo que debes saber sobre el diálogo», pero no hay más que consultar el empleo de la raya o guion largo en cualquier manual de estilo para comprobarlo. Utilizar el punto es absurdo además de incorrecto porque añadió implica algo que viene a continuación. El punto indica final.
EliminarSi lo encuentras en alguno de mis texto, corrígeme, por favor, pues será una errata.
Y gracias por pasarte a leerme, tocaya.
Muchas gracias por la aclaración, Carmen. Tener relación con tantos escritores va bien para algunas cosas pero en algunos aspectos ¡me vuelven loca! De ti me fío por completo y por cierto, no lo he encontrado en tu texto. Las gracias te las doy yo a ti, por enseñarme tanto.
ResponderEliminarOtra excelente clase. A mi en particular que los signos de puntuación son mi caballo de batalla. ¿Me recomiendas algún texto en el que pueda estudiar en profundidad este tema?
ResponderEliminarUn besito
Puedes comenzar con la Ortografía de la lengua española de la RAE publicada por Espasa Calpe. Un libro muy ameno y completo que trata de mucho más que ortografía es el de Manuel Casado, El castellano actual. Usos y normas, publicado por EUNSA (creo que va por la décima edición). Para ortotipografía, los libros más completos son los de José Martínez de Sousa, por ejemplo, su Manual de estilo de la lengua española, Trea, 2007 (creo que hay más ediciones). Un diccionario que conviene tener siempre a mano es el de Manuel Seco, Diccionario de dudas de la lengua española, muy reeditado.
ResponderEliminarDe todos modos, Maria José, en la página «Libros de consulta» (lateral derecho) de este blog encontrarás una bibliografía más completa con las descripciones de libros cuya lectura yo considero imprescindible si se quiere dominar el uso de la lengua castellana.
Espero que te sirva de ayuda. Un abrazo.
Gracias Carmen. Voy a mirar los libros de consulta.
ResponderEliminarMe encantan este tipo de post, me ayudan un montón. Muchas gracias. Soy nueva por aquí y aquí me quedo para aprender todo lo posible.
ResponderEliminarBesotes :)
Enhorabuena por el blog; me parece muy bueno y útil.
ResponderEliminarEn la oración que citas como ejemplo "No acostumbra a llegar tarde", no entiendo la diferencia entre las variantes 2 (coma entre medias) y 3 (punto en medio).
Por cierto, en el caso de que el editor de texto me permita escribir en cursiva (que no es el caso ahora, jeje), ¿es igual de correcto emplear las comillas que la cursiva para citar una palabra o conjunto de ellas?
Un saludo.
La diferencia entre el uso de la coma o el punto está en el énfasis. Si usas el punto, la negación es categórica, no admite discusión. La negación con la coma es más suave. Por tanto, según el contexto en el que se inserte la oración, requerirá coma o punto.
EliminarEn cuanto al uso de comillas o cursiva, he encontrado este útil cuadro donde se recogen sus distintos empleos y se marcan los preferidos: Uso de comillas y cursivas https://portal.ucm.es/c/document... Es la primera opción de Google si buscas por este título.
Un saludo.
Andar despacio o sentarse.
ResponderEliminarExcelente. Uno de mis mayores problemas es distinguir cuándo usar un punto y coma, y cuando los dos puntos. Es probable que también me exceda en la utilización de las comas, aunque siempre dentro de unos límites (más o menos) razonables.
ResponderEliminarEse problema con los dos puntos y el punto y coma lo he detectado últimamente en varios escritores. Hay que tener mucho cuidado porque son mayoría los casos en los que no se pueden intercambiar. En la entrada dedicada al punto y sus variantes encontrarás más información al respecto. Un saludo.
EliminarExcelente. Con tu permiso, y siempre citando la fuente, voy a leer y trabajar con esto en clase.
ResponderEliminarGracias, Mar. Me encanta que esta entrada te resulte útil en tus clases.
ResponderEliminarUn saludo.