miércoles, 23 de abril de 2014

Libros digitales

Libros digitales
Los libros siempre hablan de otros libros, y cada historia cuenta una historia que ya se ha contado.
Umberto Eco

Los historiadores, obsesionados por el futuro, analizamos el pasado para entender el presente con mayor libertad.
Pedro Pérez Herrero

Desde el comienzo de los tiempos, el libro, continente y contenido, ha avanzando copiándose a sí mismo para perpetuarse y universalizarse gracias al empuje de unos pocos visionarios e inventores. A grandes rasgos, tres son los hitos fundamentales en su historia de éxito: la difusión, a finales del siglo XV, del empleo de la prensa de tipos móviles perfeccionada por Johannes Gutenberg;  la mecanización de la imprenta en el siglo XIX; y  la aplicación de herramientas informáticas en el siglo XX que ha llevado a la edición de libros digitales en las primeras décadas del siglo XXI.

Sin embargo, ninguno de los avances supuso la desaparición inmediata del estadio anterior ni se logró sin esfuerzo. Lo sucedido con Johannes Gutenberg es buena prueba de ello, pues se arruinó antes de acabar su edición de la famosa Biblia de 42 líneas, tuvo que pedir un préstamo a un banquero y perdió su imprenta al no poder pagarlo. Asimismo, los primeros libros en letra de molde, llamados incunables, trataban de imitar los copiados a mano, por lo cual se dejaban huecos en la impresión para dibujar después las letras capitales  y el resto de ornamentos que acompañaban al texto.

Con el paso del tiempo, los copistas fueron perdiendo trabajo y prestigio, que ganaron los escritores e impresores. El auge de la imprenta permitió a muchos vivir de su pluma y dejar de depender de la caridad de los mecenas, pues podían vender el producto de su mente a los impresores. El libro había dejado de ser un artículo de lujo único, elaborado a demanda, para convertirse en un producto. Las imprentas, por su parte, pasaron a ser empresas. Fabricaban su propio papel, estampado con su marca de agua reconocible, utilizaban sus propias letras de molde, algunas de las cuales todavía perduran, y disponían de sus componedores y correctores, que dominaban el oficio y eran bien remunerados por ello.

Cuando el libro entró en la era industrial, su cadena de producción y valor se amplió, surgieron nuevas profesiones para tareas específicas y se crearon los sellos editoriales, independientes de las imprentas. La red de distribución se convirtió en un eslabón fundamental para alcanzar popularidad y ventas, y el boca a boca dejó de ser el medio primordial para darse a conocer. Las universidades y la prensa escrita se erigieron en escaparates para los libros. Por su parte, los derechos de autor comenzaron a reconocerse en Occidente a comienzos del siglo XVIII con el Estatuto de la Reina Ana anglosajón, si bien siglos antes, en la España de finales del siglo XV, ya había alzado la voz para reclamarlos Antonio de Nebrija, escritor de la Gramática castellana e impulsor de la imprenta de la Universidad de Salamanca.

Como no podía ser de otro modo contemplando la historia, el advenimiento y auge del libro digital en este comienzo del tercer milenio de nuestra era ha causado conmoción en el sector editorial establecido. Al principio fueron muchos los que negaron su importancia y le auguraron corta vida: serán como los audiolibros, se escuchaba a menudo. Así pues, dormidas en los laureles, las grandes empresas editoriales no prestaron la atención debida a fenómenos pioneros como el Proyecto Gutenberg, desarrollado desde 1971 por Michael Hart para crear una biblioteca de libros electrónicos gratuitos, partiendo de los que ya existían en papel, o el lanzamiento en 2001 de la novela digital Riding the Bullet de Stephen King, que vendió 400 000 ejemplares en solo dos días a un precio reducido. De este modo, les pilló desprevenidas la entrada en escena del gigante Amazon, que ha marcado claramente la diferencia en la evolución del libro digital con su plataforma de edición electrónica y en papel bajo demanda casi a escala mundial y no restringida a los sellos editoriales. Sus dispositivos de lectura digitales con tinta electrónica, fáciles de utilizar y de precio cada vez más asequible, han sido el complemento necesario para su dominio del mercado digital.

¿Por qué suscita tanto recelo el libro digital en el sector editorial establecido? Es fácil de entender: porque cambia de arriba abajo la cadena de producción y elimina eslabones. Pero también por un problema crucial que debe preocupar por igual a editores y escritores: la facilidad de la publicación y la copia digitales fomenta la piratería. Al parecer, buena parte de las editoriales no invierten en edición digital porque no les resulta rentable; solo la consideran un producto secundario de la edición en papel que mantienen como algo testimonial para no quedarse atrás. Y mientras no cambie la percepción sobre el robo que supone la piratería y no se asuma que el trabajo de los escritores y editores debe ser remunerado porque es su medio de vida e igual de respetable que el de un médico, un fontanero o un informático, por ejemplo, no se solucionará. La queja tan popular de que el precio de los libros digitales es abusivo y por eso se piratean es un pretexto falso: muchos valen menos de tres euros y también se roban. Lo cierto es que hay piratas porque se permiten.  ¿Qué sucederá cuando ya no haya qué robar o la calidad sea tan ínfima que no merezca la pena? Nadie vive del aire, los editores y los escritores tampoco, y acabarán desapareciendo debido a la piratería si no se toma conciencia y se pone remedio.

¿Cuáles son las ventajas del libro digital sobre el impreso en papel? Las más evidentes desde la perspectiva editorial son que la producción, el almacenamiento y la distribución se facilitan y abaratan.  Desde el punto de vista del lector, la principal es la posibilidad de almacenar muchos libros en un dispositivo pequeño que apenas pesa y  se transporta con comodidad para leerlos en cualquier lugar. Asimismo, se pueden subrayar, anotar  y después compartir los comentarios con otros usuarios de una forma muy sencilla. Por último, pero acaso lo más importante, como escritora de libros digitales, considero que la principal ventaja que ofrecen para quienes los creamos es la posibilidad de corregir erratas, ampliar contenido o hacer cambios cada vez que lo consideremos oportuno, muchas veces atendiendo acertadas sugerencias de lectores, de manera inmediata y sin necesidad de incurrir en nuevos gastos. El libro digital, a diferencia del libro impreso en papel, es una obra abierta, viva, sin límites de tiempo ni espacio.

Ahora bien, como sucedió en otras etapas de la historia del libro, el digital copia de momento la impresión en papel: mantiene las mismas partes de esta, se divide en capítulos y como novedad relevante añade un índice activo que permite recorrerlos o cambiar de una parte a otra con rapidez y fluidez. En la mayoría de los dispositivos para lectura de libros digitales se puede ampliar o reducir el tamaño de la letra o cambiar de fuente según las necesidades o preferencias de quien los utiliza. No obstante, esta ventaja se convierte en inconveniente en el caso de las novelas en especial cuando el libro no se ha maquetado de una manera profesional, pues las rayas que abren y cierran los incisos de los diálogos se separan de la palabra a la que deberían ir unidas e incluso de la puntuación que corresponda, quedando en líneas distintas. Y, por desgracia, esta maquetación defectuosa es frecuente incluso en el caso de las editoriales de prestigio.

Asimismo, al igual que los primeros impresores fabricaban su papel con su marca de agua e imprimían sus libros con sus propias letras de molde creadas al efecto, las plataformas digitales de impresión y venta han impuesto sus propios formatos de archivo para los libros electrónicos. Los más habituales son el Mobipocket que utiliza el lector Kindle de Amazon y el ePub libre que utilizan muchas de las restantes plataformas y dispositivos de lectura. Pero hay muchos más. Calibre es el programa gratuito de conversión de archivos al que todos recurrimos para superar unas barreras absurdas que no deberían existir. El libro digital avanzará realmente cuando se llegue a un único formato universal basado en HTML y disponible en todos los dispositivos de lectura, prescindiendo de su marca.

Quienes nos dedicamos a este oficio laborioso de la escritura desde hace tiempo sabemos bien lo difícil que resulta vivir de él y muchos vimos una ventana de oportunidad en la edición digital. Publicar como autores independientes sin necesidad de agencia literaria ni editorial, sin más intermediario entre nuestra obra y los lectores que la plataforma nacional o las plataformas de gran alcance mundial donde aparecíamos y de las que podíamos recibir un elevado porcentaje de los derechos de autor, nos pareció un sueño.  Y lo era, ciertamente: un sueño del que despertamos enseguida. Porque conseguir visibilidad en las redes es tan difícil como aparecer en los montones de libros físicos que llenan las principales librerías, y nadie vende si pasa inadvertido. Puedes tardar varios años en escribir una novela excelente, cuidar la edición y la maquetación con esmero, seleccionar una portada vistosa y no vender casi nada. 

Los autores independientes más despiertos  se percataron pronto de que para triunfar vendiendo libros digitales en la principal plataforma internacional (que es la que cuenta de momento) debían dedicar la mayor parte de su tiempo no a escribir como genios, sino a crear redes, hacer amistades virtuales y reseñar a otros autores semejantes con objeto de obtener a cambio reseñas elogiosas. Hablemos claro: para destacar en Amazon no es primordial la calidad de la obra: lo importante es que te conozcan. Crear lazos de reciprocidad y vender de golpe los primeros días. Tú me compras, yo te compro. Tú me reseñas, yo te reseño. Yo digo que eres lo más y tú dices que leerme lleva al éxtasis. También es crucial escribir un libro que encaje en los únicos géneros literarios que venden en las plataformas digitales: novela romántica/erótica; policiaca/suspense; de aventuras/histórica o fantástica/distopía.  

Muchas de las editoriales tradicionales observaban atentas la evolución de la edición digital y empezaron a fijarse en los autores independientes que ocupaban los primeros puestos de la lista de más vendidos. Ante el declive de las ventas de los libros en papel, creyeron realmente que el gusto del lector había cambiado y, en líneas generales, han adoptado  dos posturas: 1) crearon sellos digitales específicos para ofrecer contratos de edición digital a los autores independientes que destacaban por sus ventas; 2) ofrecieron a esos mismos autores contratos, las más de las veces leoninos, para publicar en papel a demanda y en formato digital por un periodo que rondaban los siete años y unos derechos de autor muy inferiores a los que otorgan las principales plataformas digitales.

No acierto a comprender por qué un autor digital de éxito acepta tal esclavitud si es cierto que obtiene considerables ingresos. ¿Qué espera de las editoriales? Supongo que un prestigio del que se dice que carece la edición digital independiente. Sin embargo, el prestigio no lo confiere la editorial sino lo que somos capaces de escribir. ¿Es mayor el prestigio de Belén Esteban por haber publicado con Espasa-Calpe? En mi opinión, es la editorial la que lo ha perdido por prestarse a tal impostura aunque sus ventas se hayan disparado.

Puede ser que lo que espere un autor digital sea contar con un editor/escritor que lo ayude a superar sus deficiencias y mejorar su escritura. Ojalá lo consiga. Antes a las editoriales se llegaba «ya aprendido». El oficio se conseguía a fuerza de escribir y comentar con otros escritores en tertulias. Ahora existen los llamados talleres literarios, supongo que algunos buenos. Volviendo a las editoriales, ninguna pondrá a disposición de un escritor independiente un editor que «reescriba» su novela con él y le señale debilidades y fortalezas. No hay tiempo ni dinero para eso. Tal como están las cosas,  si la edición es en papel, sus textos recibirán una «manita de gato» y saldrán al mercado a pelear por un puesto en el montón de libros de los puntos de venta, y si es edición digital, ni siquiera recibirán ese arreglo. El anticipo que ha negociado y cobrado antes de que sus obras vean la luz siempre es a cuenta de los derechos de autor y puede tardarse  un año o más en generar más dinero. Además, tendrá que seguir batiendo el cobre para obtener visibilidad y alguna reseña elogiosa en el mundo de los críticos y los lectores tradicionales. La editorial no gastará un euro en promoción; es el autor el que ha de moverse para obtenerla.

Cuentan algunos editores precavidos que el paso de digital a papel no está beneficiando, en la mayoría de los casos, a los autores antes independientes ni a las editoriales que los han contratado. La explicación tal vez sea que el lector y crítico tradicional es más exigente que el lector de libros digitales. Aunque todos los que contestaron a la pequeña encuesta que lancé en las redes antes de escribir esta entrada afirmaron que exigían la misma calidad a un libro digital que a uno impreso en papel, la realidad demuestra lo contrario. Con los libros digitales se pasa el rato cuando se va en el metro, se está en la peluquería o en la playa, y lo que cuenta es que sean baratos. «Tiene erratas y a veces no se entiende, pero por lo que cuesta me ha entretenido». Este es un comentario, redactado de diversos modos, bastante habitual en libros digitales muy vendidos.

¿Quién tiene la culpa, entonces, del tan cacareado desprestigio de los libros digitales? Por supuesto, en primer lugar quienes los escribimos. La falta de profesionalidad, la picaresca para copar los primeros puestos, la ignorancia y el orgullo desmedido son los motivos. Y, del mismo modo, en nosotros los escritores está la solución: nadie hará por ti lo que tú mismo no seas capaz de lograr. Aprende a escribir, busca un buen corrector, que los hay, preocúpate de que la maquetación sea perfecta, elige la portada y, entonces, publica. Asimismo, sería bueno que las editoriales aprendieran de sus errores y primaran en su selección criterios de calidad y no de ventas. Esta vez han sido ellas las engañadas por crédulas.

Nunca, en los muchos años que llevo en el sector editorial, había visto libros tan mal escritos como ahora, incluidos algunos publicados en papel por editoriales prestigiosas.  Forma parte de la trivialización de la cultura, lo sé, pero es una pena. Alguien me dijo una vez que solo le interesaba leer libros en los que pudiera aprender algo, aunque no fuera más que vocabulario. Yo añado que solo leo aquellos libros, sean digitales o en papel, que comienzo con curiosidad y termino con nostalgia.

La opinión de otros
En los últimos días, acaso porque se acercaba en España el día del libro, se han sucedido los debates en las redes sobre la edición digital versus la impresa en papel. Este es el artículo de Mercedes Pinto Maldonado, «Captados en Amazon, esclavos de la pluma», quien firmó hace tiempo con un par de editoriales españolas. Por su parte, Amelia Noguera, quien acaba de conseguir que dos importantes editoriales españolas publiquen en los próximos meses la mayoría de sus novelas, escribe su punto de vista en «¿Publicar tu primera novela en Amazon o en editorial?». La perspectiva de las editoriales pequeñas queda recogida en «Seis falacias del libro digital» del blog @ntinomias libro. En «La noche de los libros», Joaquín Rodríguez repasa el panorama editorial español, resaltando la labor de los pequeños editores innovadores.  Finalmente, en «¿Es mejor publicar un libro digital en varias plataformas o concentrar los esfuerzos en Amazon?», Alejando Capparelli analiza las múltiples posibilidades disponibles. 


La lengua destrabada
Si te interesan los asuntos de lengua y escritura, te invito a leer La lengua destrabada. Manual de escritura, publicado por Marcial Pons (Madrid, 2017). Clica en este enlace para entrar en la página de la editorial, donde encontrarás la presentación del libro y este pdf, que recoge las páginas preliminares, el índice y la introducción completa.  

  






22 comentarios:

  1. Es un buen resumen de la situación de libro. Sin embargo, en libros impresos también abundan novela romántica/erótica; policiaca/suspense; de aventuras/histórica o fantástica/distopía.
    Mira la lista de bestsellers de New York Times... http://www.nytimes.com/best-sellers-books/

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    1. Sí, Marlene, supongo que en el libro impreso en papel existirá la misma tendencia. Sin embargo, el nicho de mercado es mayor y permite más variedad. Al publicar en papel con una editorial no te encasillan necesariamente en uno de esos géneros y puedes vender.
      Con mi novela Nada del otro jueves, por ejemplo, tengo el problema de que no sé bien cómo catalogarla ni en qué género incluirla. He probado en varios pero no encuentro la solución perfecta.
      Gracias por pasarte a leer. Un abrazo

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  2. Buen artículo, Carmen, pero echo de menos una crítica más detallada a la falta de profesionalidad de las editoriales en el momento actual. En ocasiones vemos la misma portada en libros distintos, errores de ortografía, estilo y maquetación porque además de ahorrar en la promoción a los autores que publican, ha eliminado infinidad de profesionales. Lectores editoriales, maquetistas, diseñadores de portadas y a los únicos que miman es a las empresas distribuidoras.
    Me atrevería a decir que hoy en día, en lo que al mercado de papel se refiere, la única diferencia entre publicar por una editorial o hacerlo de forma independiente a través de la autopublicación, es la distribución.

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    1. Mercedes, las editoriales nunca han gastado dinero en la promoción de autores, eso no es de ahora. Solo obtienen promoción los que se mueven para ello y tienen contactos. Son empresas y su objetivo es obtener ganancias. De ahí todos los recortes que han tenido que hacer para sobrevivir cuando la crisis las ha afectado. Y las hay malas y buenas, aunque es verdad que cada vez predominan más las primeras.
      En cuanto a la distribución, no puedo estar más de acuerdo. Hace tiempo que acaricio la idea de crear mi propio sello editorial, una casa pequeña y cuidadosa que publicara en digital y papel con tiradas pequeñas y a demanda. Yo editaría, tendría un par de correctoras estupendas, un par de maquetadores, un par de portadistas... pero me falta la distribuidora. En ese punto me he detenido porque mi vida de viajes me impide proseguir las conversaciones que había iniciado para compartir redes de distribución con alguna de las editoriales con las que trabajo. Es un asunto difícil, así que es muy probable que me quede sin cumplir mi sueño.
      Gracias por pasarte a leer. Un abrazo

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  3. Interesante, Carmen, aunque no estoy de acuerdo con todo. Ya sabes que yo soy de las optimistas y soñadoras. Vaya, que todavía no me he despertado. Besos.

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    1. Siento haber transmitido una idea pesimista, Carmen. No era mi intención. Yo creo en el futuro del libro digital, por eso he publicado tres novelas en Amazon solo en ese formato cuando provengo del sector editorial clásico. Sin embargo, veo los problemas que existen en estos momentos iniciales en los que va despegando y los señalo para buscar soluciones.
      Y he de reconocer que fui ingenua al pensar que Amazon ofrecía una amplia ventana al mundo, sin darme cuenta de que es pequeñita y está en un enorme edificio donde apenas es una más. En el mundo digital ocurre como en el de papel: hay que darse a conocer y exige un tiempo y esfuerzo ímprobos que no todos deseamos gastar de ese modo. Y no es una queja, sino una simple constatación de la realidad.
      Gracias por pasarte a leer. Un beso, amiga

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  4. Es un análisis bastante ajustado de la realidad. Pero, aunque tú no caes en ella, insisto en que la generalización es peligrosa. Hay editoriales magníficas que cuidan a sus autores y sus obras, y hay autoeditados magníficos que cuidan al mínimo detalle lo que publican, como hay editoriales que están jugando a la bonoloto con los autores, invierten un euro en ellos y prueban a ver si les toca el premio gordo llegando por arte de magia a millones de lectores en digital. También hay autores que se editan y publican sus libros de forma independiente que hacen justo lo mismo. Por eso, cada uno debe ser consciente de lo que es y de lo que desea ser y observar las experiencias de los demás como meras anécdotas.

    Por cierto, que hay una cuestión que no mencionas sobre las editoriales y lo digital: cuando una editorial no invierte nada en publicar una obra en digital, se perjudica gravemente a ella misma y a todos los demás, el lector es muy inteligente y se da cuenta, y penaliza de muchos modos esa falta de profesionalidad; sin embargo, algunas editoriales lo pueden encontrar rentable, si publican mil novelas a coste cero y venden al día una sola copia de cada una de ellas en todo el mundo, obtendrán beneficio, no así los autores de cada uno de los mil libros, que por supuesto no podemos vivir de 10 céntimos al día. Pero esto es, como decía mi abuela, pan para hoy y hambre para mañana.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Amelia, yo aprendí a editar y a traducir en una de las mejores casas editoriales que he conocido, Siglo XXI Editores de México, fundada, entre otros, por Elena Poniatowska, Carlos Fuentes y Juan Rulfo, cuando el director de Fondo de Cultura Económica, Arnaldo Orfila, se vio obligado a abandonar su puesto por haber publicado Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis. En Siglo XXI participé en la edición de novelas de muchos grandes, como Alejo Carpentier, Benedetti, Monsiváis y muchos otros. Pero todos ellos eran escritores con mayúsculas. El trabajo era sencillo.
      Lo que contemplo a mi alrededor en la actualidad es que predominan las editoriales que han olvidado que son empresas, sí, pero culturales, y no todo vale; y escritores que no se han molestado en aprender a escribir. En este maremágnum actual empiezan a ser mirlos blancos los buenos editores y los buenos escritores, pero claro que los hay. Por suerte para todos.
      Y en cuanto a las editoriales pequeñas que apostaron por lo digital, están quebrando en su mayoría: solo las grandes plataformas pueden vivir de las ventas, aunque sean exiguas de sus autores. Las demás no sacan, según me comentan, ni para sostener su precaria infraestructura.
      Gracias por pasarte a leer. Un beso, Amelia

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  5. Muy interesante. Un saludo

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    1. Me alegro de que te haya gustado.
      Gracias por pasarte a leer. Un saludo.

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  6. Me parece que este artículo tiene mucho de rabieta. Llevo años viendo autores cabreados cuando su fantástico libro no se vende, frente al pésimo bestseller del momento.
    Es cierto que cuando la promoción era cara y complicada, solo la hacían las editoriales, pero incluso entonces, los buenos libros se han vendido por el boca a boca. Recuerdo haber tenido que recorrer todo Madrid para encontrar un título que a los pocos meses llenaba los escaparates, y no por la promoción de la editorial.
    No he entendido muy bien lo del problema de la clasificación. Parece como que un libro se vende más o menos en función de su catalogación y no es así. La novela romántica es la que más se vende con diferencia, pero por poner un libro de novela negra en este género no la vas a vender.
    Y en el tema digital, con todos mis respetos, te pasa como a la mayoría de los autores, no sabéis nada de promoción en Internet. Pero además no tenéis porqué saberlo. Lo que sí os debe quedar claro es que si la gente no conoce vuestro libro es difícil que lo compren.
    Pero os recuerdo que esto no es nuevo. Cuántos escritores he escuchado quejarse que el problema de su libro es que no está en las mesas de las librerías porque las editoriales siempre promocionan a los mismos.
    En definitiva, tenéis que cambiar el chip. Si el 10% de los que leen un ebook lo compran, pues tendréis que preocuparos de que un millón lo lea. Si para eso tenéis que empezar regalando veinte mil descargas, no os quedará otra. Pensad que cuando le pedís a un editor que apueste su patrimonio por vosotros, debéis, al menos, hacer una apuesta parecida para demostrar que creéis en vuestro libro.

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    1. ¿Rabieta? Me asombra, lector anónimo, que hayas sacado semejante conclusión de un artículo que trata sobre la evolución del libro hasta llegar al digital. Pienso que este es el formato del futuro y señalo cuáles son, a mi entender, algunas de sus ventajas e inconvenientes en su estadio actual.

      No tiene mucho sentido entrar a rebatir tus argumentos, así que me limitaré a señalar que mi única experiencia digital (pues provengo del sector editorial tradicional en el que trabajo desde hace más de veinte años) es el año y pico que llevo escribiendo este blog y los tres libros electrónicos que he publicado en Amazon. Este blog supera a diario los cien lectores y alcanza picos de mil cuando publico una entrada nueva. Mis lectores se encuentran por todo el mundo, fundamentalmente en EE UU, México, España, Reino Unido y Rusia, pero todos los días me sorprendo al descubrir que hay algunas personas siguiéndome desde lugares insospechados. La tendencia es siempre ascendente, por lo cual creo que lo estoy haciendo bien.

      En lo referente a mis libros, he logrado estar en el top cien de Amazon con los tres pero no me he mantenido. ¿Por qué? No creo que tú lo sepas, por más que pienses que hay un solo modo de destacar: el todo gratis, desvalorizando el trabajo de los escritores. Con eso no estoy de acuerdo, así que seguiré mi camino como considero conveniente. Trabajo, constancia y calidad, eso es lo que pretendo ofrecer y espero obtener una retribución a cambio, igual que supongo que la recibes tú, un médico, un informático o un bombero por vuestra correspondiente actividad profesional.

      No hay nada que entender en cuanto a las categorías de libros que más venden. Es la simple constatación de un hecho y de por dónde van los gustos del público lector de digital, bastante diferente de momento del público lector tradicional en papel.

      Y por último, no, un editor no apuesta su patrimonio cuando decide editar un libro. Si fuera así, no se publicaría nada. Pero bueno, tomando tus propias palabras, de esto tú tampoco tienes por qué saber nada.

      Un saludo y gracias por pasarte a leer.

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  7. Gracias Carmen por tu agudo enfoque sobre el mundo de los libros, sus orígenes y vaivenes comerciales. Para quienes no somos escritores, es importante que conozcamos detalles. Como lectores nos hace muy bien aprender acerca de los movimientos de los productos, hasta que llegan a nuestras manos y a nuestros ojos. Leo a tus trabajos en Linkedín. Abrazo. Ricardo Moyano, Licenciado en Comunicación Social y docente. San Miguel de Tucumán, capital de Tucumán, provincia ubicada en el norte de Argentina(la más pequeña de mis país).

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    1. Gracias, Ricardo, por tu tiempo para pasarte a leer. Me alegro de que lo que escribo te resulte interesante. Un saludo.

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  8. Me parece un excelente artículo sobre la evolución del libro y tus experiencias en el campo digital. He escrito seis libros. Dos de ellos en editoriales conocidas a nivel Iberoamericano. Los otros cuatro los he publicado localmente. Decidí incursionar en en libro digital. Los cuatro libros impresos localmente los adapté para libros digitales; tres de ellos ya están disponibles en Amazon. Uno lleva lleva un mes y los otros son recientes. Pero me sorprende que ha pasado desapercibido casi por completo, a pesar que es un libro que llena en los requerimientos de un libro profesional. Sé que pueden ser varios factores - el hecho que sean de religión, por ejemplo-., Me gustaría oír tu respetable opinión.
    Gracias

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  9. Gracias por tu interés y tu tiempo para pasarte a leer.
    En cuanto a por qué tus libros no han logrado repercusión, no tengo ni la más remota idea. Los asuntos religiosos están muy lejos de mis intereses y lo desconozco todo al respecto.
    Un saludo.

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    1. Gracias por tomarte el tiempo para responder, aprecio ese detalle. Si te diera curiosidad sólo ver el primer capítulo- es corto- de mi libro: " El Éxito según Dios, leyes, principios y verdades que rigen el verdadero éxito". Mi nombre es Rigoberto Gálvez Alvarado, te daría una idea del enfoque. Nuevamente gracias.

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  10. Una visión amplia y consciente!
    ¿Cuál es tu opinión sobre los audiolibros y su papel en el mercado literario (digital)?

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  11. He de decir, para ser sincera, que lo desconozco todo sobre los audiolibros. Por tanto, no puedo tener opinión.
    Un saludo y gracias por pasarte a leer.

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  12. epublibre es un buen formato para poder leer y pasar un buen rato en especial en esta cuarentena que debemos estar en casa que mejor que leer unos buenos libros

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