El pasado mes de agosto, nuestras vacaciones
familiares en Cantabria incluyeron un inolvidable día de rafting o balsismo, esto es, de descenso en balsa neumática por las
aguas ora rápidas, ora calmas del alto Ebro.
Como se trata de un río con suelta de agua
controlada por presa durante el verano, su caudal está asegurado desde junio
hasta finales de septiembre. Hay remansos de agua cristalina para nadar,
seguidos de rápidos de gran desnivel en los que es necesario seguir a rajatabla
las indicaciones del timonel de la balsa para conseguir romper las olas y
cabalgar sobre ellas.

Pero no lo hicimos, viendo que en otras embarcaciones
iban incluso niños. Después de un ligero guirigay hasta decidir en qué lugar se
colocaba cada cual según su habilidad y condición física, comenzamos a palear
siguiendo las instrucciones de nuestro timonel Borja, sentados en el borde de
la balsa neumática, con un pie sujeto en un enganche del fondo y la otra pierna
cruzada. Los tramos tranquilos nos permitieron apreciar la belleza del entono; los
tramos de rápidos nos obligaron a demostrar nuestra fuerza y coordinación. Fue
muy divertido e instructivo.

La aventura duró toda la mañana: desde las diez,
hora de reunión en las instalaciones de la empresa en Arroyo, hasta las dos de
la tarde, momento en el que volvimos al mismo punto para cambiarnos y devolver
el material. Fueron unas horas muy cortas. Repetiremos la experiencia sin lugar
a dudas en cuanto nos sea posible.
La lengua destrabada

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