El vocativo en español procede del caso latino de igual nombre cuya función es apelativa; esto es, se emplea para nombrar a aquellas personas o personificaciones a quienes se dirige una oración: «Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?» (primera oración de las Catilinarias de Cicerón: «¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?»); «Tu quoque, fili mi?» (expresión de dolor de Julio César cuando vio entre sus asesinos a su hijo adoptivo Bruto: «¿Tú también, hijo mío?»). El vocativo no tiene, ni en latín ni en español, posición fija ni función sintáctica propia dentro de la oración: si se suprime, la oración permanece intacta, aunque el flujo informativo varíe: ¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia? ¿Tú también?
En español, se construyen expresiones vocativas ―que exigen siempre
segunda persona― con nombres, pronombres y grupos nominales cuando su cometido
es llamar a personas o animales (¡Eh, vosotros!
¡Abuela, ¿me abres la puerta?! ¡Ven, caballo, ven!), iniciar una
conversación o plantear a alguien una pregunta, una petición, una advertencia o
una disculpa (Hola, Jacinta; ¿Tienes ahora
tiempo, Irma? Ven pronto, Luis, a la fiesta. Ciudadanos, tened cuidado.
Discúlpennos, vecinas. Es frecuente que aparezcan junto con interjecciones
y a veces se desdibujan los límites entre ambas. Una característica fundamental
de los vocativos es que siempre deben ir separados con comas del resto de la
oración.
Por lo ya expuesto se deduce que el uso vocativo lo cumplen de forma
natural los nombres propios y los pronombres personales de segunda persona.
Además, suelen emplearse como vocativos los nombres de parentesco, oficios,
títulos honoríficos y demás sustantivos asimilables: Compañeros, salgamos al patio. Es la hora, señor profesor. Niña,
acércate. También pueden englobar animales o cosas personificadas: Pobre ratón, ¿caíste en la trampa? Espejito,
espejito, ¿soy la más inteligente? Tan triste, Madrid, a pesar de tus bares y
tus fuentes.
Los vocativos de apelación pura solo admiten el pronombre personal de
segunda persona, singular o plural, y algunos imperativos cuando señalan a
quien escucha: Vosotras, niñas, separaos
de ahí. Y tú, Manuela, ¿por qué no viniste? ¡Eh, vosotros tres, sin empujar!
Oye, acércate. Mira, escribe eso bien. Asimismo, pueden emplearse como
vocativos de apelación nombres comunes en actos de habla abreviados donde el
hablante ordena o pide algo (¡Taxi!
¡Policía!) e incluso frases nominales (Los
de fuera, dejad de hacer ruido. ¡A ver, los que estáis de mirones, marchaos a
casa!).
Los nombres en uso vocativo no aceptan artículos ni demostrativos,
pero sí posesivos, interjecciones y complementos: Hasta luego, lucero mío, descansa. ¡Ay de ti, malvado impostor, si te
descubren! Os esperamos mañana, amigos todos del planeta. ¡Oh, dolor de mis
dolores, ¿cuándo desaparecerás?!
El hecho de que los vocativos sean sintácticamente independientes de
la oración en la que aparecen les confiere movilidad para situarse en posición
inicial, media o final, si bien hay cierta preferencia por la posición inicial cuando
se pretende atraer mayor atención hacia ellos: Jaime, no olvides lo prometido. No olvides, Jaime, lo prometido. No
olvides lo prometido, Jaime. Como se aprecia en los ejemplos previos, sea
cual fuere su posición en el discurso, todo vocativo debe quedar aislado del
resto de la oración mediante comas, incluso en los casos de enunciados muy
breves: No, señora. Sí, profesora. Con
frecuencia, la presencia de la coma permite distinguir al sujeto de la oración
de un vocativo: María escribe bien frente
a María, escribe bien. ¿Ya se ha marchado
Lola? frente a ¿Ya se ha marchado,
Lola? Resulta evidente además que el
sentido de estas oraciones varía: Vamos a
cenar, niños frente a Vamos a cenar
niños sería un ejemplo extremo de
cambio de sentido.
La coma vocativa, esto es, la imprescindible en la escritura de todo
vocativo, se echa en falta particularmente en la redacción de textos en redes
sociales y, en general, en todos aquellos que se consideran más o menos
espontáneos, incluidos los correos electrónicos. Como recordatorio, terminemos
señalando la forma correcta de componer los saludos con los que se encabezan: Hola, Irene: Buenos días, profesora: Gracias,
compañeros: Y a continuación del vocativo del encabezamiento, en español siempre
se escriben dos puntos, no coma como en inglés.