Cuando sentí un murmullo. ¿Era reto, diatriba?
Escuché: carcajadas, ironías, insultos.
¿Que os parezco una simia? Oh, mis buenos estultos:
¿Sabéis de cosas bellas?
Yo hace siglos que vivo trenza que trenza estrellas.
Alfonsina
Storni
Quien no se mueve no siente las cadenas.
Rosa
Luxemburg
Llegará, eso espero, una era en la que no hará falta este día, una era en la que la gente se admirará de que en el pasado se tuviera que luchar a brazo partido para conseguir el derecho a ser iguales. A ser visibles. A trabajar en lo que cada una quiera. Pero de momento, hasta que eso ocurra, me alegro de lo que se va consiguiendo y celebro este día de la mujer trabajadora compartiendo la lectura de un puñado de escritoras independientes.
Desde aquello del pecado original las mujeres lo hemos tenido difícil. Antes de que Eva fuera condenada por incitar a la desobediencia a Adán, este había tenido otra esposa, creada del polvo como él y no de su costilla, según la tradición apócrifa judía. Esta primera mujer se llamaba Lilith y, como se consideraba igual que Adán, se negó a yacer debajo de él. Cuando Adán pretendió someterla a la fuerza, pronunció el Nombre Inefable y huyó a las orillas del mar Rojo para vivir con los demonios. Nunca consiguieron doblegarla y prefirió el castigo divino al matrimonio patriarcal, pero lo pagó convirtiéndose en la primera mujer monstruo que por venganza enfermaba a los niños ajenos, sobre todo si eran varones.
A partir de entonces, solo hubo dos modelos de mujer: el ángel o el monstruo. Ángel si te doblegabas a lo que se esperaba de ti; monstruo si tenías aspiraciones propias. La historia occidental habla de muy pocas filósofas, médicas, arquitectas, alquimistas, pintoras, escultoras y en cambio no faltan sibilas, brujas, hechiceras, echadoras de mal de ojo, prostitutas. ¿Y escritoras?
Siempre las hubo. Quizá porque el acto de escribir es solitario y se puede hacer a escondidas: basta un papel y un lápiz. ¿Pero de qué podían escribir unas mujeres que desconocían el mundo y por qué lo hacían? Sus motivos eran los mismos que nos mueven a las escritoras actuales: una inclinación natural a expresar por escrito lo que la mente recrea, ya fuera en cartas, cuentos, poemas, novelas o libros prácticos sobre buenos modales o el arte de ser esposa y madre.
Sin embargo, probar la pluma tenía sus consecuencias. Había que estar preparada para las críticas, y muchas sintieron miedo. Por eso usaron nombres de hombre e incluso se hicieron pasar por hombres. También por estar a la altura, para que dejaran de considerarlas inferiores, el sexo débil, apto solo para la belleza superficial. Las más independientes se metieron en conventos para estudiar y escribir por su cuenta. Pero tampoco fueron libres.
Hoy las que probamos la pluma escribimos de lo que queremos. Dicen que hay una literatura femenina, y es cierto en el sentido de que también hay una literatura masculina, una literatura china, una literatura árabe o una literatura española. El término femenina solo indica que es mujer quien la escribe. Nada más. Porque ahora somos capaces de escribir según nuestros intereses, cruzando géneros y modelos literarios. Y abundan las escritoras con mucho que contar.
El pórtico de la luz, de Pilar
Alberdi (ebook Amazon), es un poemario corto, de versos luminosos, como presagia
el título, y una madurez admirable. Se mezclan los poemas de corte clásico con
otros más vanguardistas, y en todos el uso del lenguaje es exquisito, y surgen
sorpresas que cambian el sentido de lo que habíamos creído entender a cada paso:
Esta inclinación a tus caricias
me convierte en humo entre tus dedos.
¡Oh, Dios!
¡Es a esto a lo que nos dedicamos;
esto, lo que hacemos con nuestra soledad!
Los dioses hace tiempo que están ciegos.
En cualquier rincón, tropieza uno
con sus bastones.
Se descubre eterno, por casualidad.
me convierte en humo entre tus dedos.
¡Oh, Dios!
¡Es a esto a lo que nos dedicamos;
esto, lo que hacemos con nuestra soledad!
Los dioses hace tiempo que están ciegos.
En cualquier rincón, tropieza uno
con sus bastones.
Se descubre eterno, por casualidad.
De este libro opina Manuel Alvar que «apenas se puede pensar en otra cosa que en el amor», pero tiene muchas otras lecturas sugerentes:
No someter la rosa. No desearla.
Negar su propiedad. Su fatuo.
Un vano sueño de primaveras
y otoños; oro
derretido en los ojos.
ver caer, como una lluvia
cautelar y profunda.
Me huelen a mar las manos
cuando digo: la rosa. […]
Citaría todos los poemas si el espacio no fuera limitado, porque su lectura merece bien la pena. Y no solo para los amantes de la poesía; también para quienes entiendan que escribir no es juntar palabras y quieran aprender de los maestros.
Bajo los tilos, de María José Moreno (ebook Amazon), es una novela de corte intimista donde se narra la mezcla de asombro y dolor que siente una hija ante la muerte repentina de su madre, aún joven, cuando ha emprendido un viaje del que nadie sabía nada.
«Mira a lo lejos, allí, María —y señalaba con el dedo a un infinito que mis infantiles ojos no lograban divisar―. ¿Los ves?, esos árboles tan altos, los que están al fondo. Se llaman tilos y como son enormes dan una gran sombra en el paseo. Un día te llevaré a jugar allí», decía ella mientras besaba mi sonrosada mejilla de colegiala, dejándome la huella de carmín rojo que siempre adornaba sus labios. Un ofrecimiento nunca cumplido.
Los tilos, los árboles favoritos de la madre, guardan un secreto que la hija acabará descubriendo cuando busque bajo la aparente existencia anodina de sus padres y llegue a hechos antiguos y no tan antiguos que nunca pasaron por su imaginación. El presente dichoso de la hija que está embarazada contrasta con el oscuro pasado de la madre y poco a poco, mediante pequeñas pistas, va avanzando el relato hasta desvelar en toda su crudeza lo sucedido.
La medida prosa de Moreno, que nos habla de
las pequeñas cosas cotidianas con la misma sobriedad que desmenuza dolorosas
tragedias, agiliza la lectura, y se llega al final de la novela compartiendo el
sentimiento de calma de la protagonista tras el nacimiento de su hija Elenita.
Acaso también con cierta melancolía. Ha sido una lectura muy agradable.
El camino de las luciérnagas, de
Mónica Rouanet (ebook Amazon). Tras este sugerente título se esconde una novela
psicológica que simultanea una investigación policial sobre un accidente de
tráfico que acaba de producirse con unos hechos antiguos que llevaron al
suicidio de un sacerdote, profesor de latín de un colegio de curas. La
narración en primera persona del protagonista abre con una declaración que
imprime carácter al resto de la novela:
A continuación Rouanet nos presenta personajes con nombres feísimos o apellidos inauditos que provocan risa: Atanasio Cuervo Feliz, Lilly Putt o Anselmo Pandero Toledano, entre muchos otros. Gente que intenta superar el estigma y otra que está condenada. ¿O no? ¿Son las cosas como parecen a primera vista?Nunca había conocido a ningún Gonzalo feo ni a ningún Javier con granos, gordo o al que le oliera el aliento. Para los que nacimos en los setenta, estaba claro: el nombre marcaba a la persona.
El mayor logro de la novela de Rouanet es el juego de espejos que crea; la deformación de la realidad que efectúa no solo el antagonista manipulador para sacar siempre beneficio, sino también el resto de los personajes y, en especial, el protagonista, debido a su inseguridad. Vemos lo que queremos ver o lo que creemos ver. Pero la realidad es otra, como va demostrando Rouanet a lo largo del relato, dosificando hechos, poniendo en boca de sus personajes declaraciones creíbles que más adelante resultarán equivocadas o falsas. Porque nos habla de un mundo de apariencias, y siempre engañan. El lenguaje directo y los logrados diálogos, no exentos de ironía, hacen muy amena la lectura.
Operación maletín.Serie Candela Luque, de Mercedes Gallego (ebook Amazon), es una novela policiaca clásica,
narrada en tercera persona, que comienza con el descubrimiento de una chica
asesinada en la habitación de un céntrico hotel de Barcelona. Entre los
encargados de la investigación aparece la joven policía Candela Luque, estudiante
del último curso de derecho dispuesta a hacer cambiar la España tardofranquista
y patriarcal de 1975 desde dentro de las instituciones, a pesar del rechazo que
suscitan los deseos de igualdad incluso entre las propias mujeres. Así explica Candela
los motivos por los que trabaja en el cuerpo de policía a la gobernanta del
hotel Oriente, que no la ve con buenos ojos:
El ala robada y otros cuentos, Carmen
Martínez Gimeno (ebook Amazon). El libro recién reeditado consta de una novela
corta que fue publicada en papel por la Editorial Edelvives y diez cuentos
inéditos. La novela, relatada en tercera persona por un narrador omnisciente, tiene
como punto de partida el robo de una reliquia insólita en un caserío perdido de
la selva lacandona mexicana. Los vecinos, a pesar de su aparente falta de
recursos, saben que han de recuperarla y eligen a dos jóvenes de la comunidad,
que explican así su misión al Ejército Zapatista de Liberación Nacional cuando
quieren detenerlos:―Porque pensé que sería otra cosa. Yo estaba en oficinas y ahí no te enteras de nada. Te limitas a archivar y poco más. Fue cuando me presenté al grupo especial que convocó el ministro. Una prueba para saber si las mujeres servimos para ser policías.Sin embargo, Candela demuestra con creces sus aptitudes como investigadora a lo largo de la novela, cuya trama, centrada en el descubrimiento del autor del crimen, se enriquece con pinceladas sobre la España del momento y cierto desarrollo argumental basado en los personajes secundarios. Se hace simpática esta intrépida Candela Peña que se implica tanto en su trabajo, y cuando se empieza a aclarar la motivación del asesinato y se vislumbran sus hondas ramificaciones, casi se llega a desear que ella salve el pellejo aunque el caso no se cierre. Pero el final es otro que solo se descubrirá leyendo esta amena novela.
―Anda ¡qué gracia! ¿Por qué no íbamos a servir?
―Eso mismo pensé yo, por eso me presenté. En Cataluña soy la única y, en total, éramos treinta y pocas. Tampoco es que haya tenido mucho éxito que digamos.
―Desde luego que no. A ninguna mujer normal se le ocurría hacerse policía, puedes estar segura —respondió Ana contundente.
Nuestra comunidad también sufre, no crean que no es así. Mucho le está tocando sufrir ahorita. Más que todo lo que se platicó, más de lo que se pueda imaginar. Porque no se contentaron con quitarle sus tierritas, o robarle sus animalitos, o quemarle su escuela. Vinieron de afuera y se llevaron lo mejor que teníamos, lo que nos hacía pueblo, lo que nos volvía orgullosos al mirarlo.El reto más importante que supuso la escritura de esta novela fue hallar un lenguaje expresivo que no resultara falso en boca de sus protagonistas indígenas, pero que a la vez fuera comprensible para los lectores españoles. Escribiendo y reescribiendo, llegué a esta especie de lingua franca, una creación literaria que resulta ajena a ambos lados del Atlántico, como ajenos son también los personajes que la hablan. Si logro crear en el lector ese sentimiento de otredad, habré alcanzado mi propósito. Los restantes cuentos del libro versan sobre temas variados, pero en todos hay un cuidado especial con el lenguaje. Dos de ellos están publicados en este blog: «El sexo según Panchito» y «Cámara estéril».
Elegí la imagen de una mimosa en flor para iniciar esta entrada porque mientras fueron al colegio, todos los años mis hijos me regalaban un ramo llegado este día. Es el modo que tienen en Italia de celebrarlo y mantuvimos la costumbre. Yo deseo entregar un ramo de mimosas, aunque sea virtual, a todas las mujeres que nos leen y a todas las mujeres que escriben, a Carmen Grau, Amelia Noguera, Mercedes Pinto Maldonado, Mayte Esteban, Lola Mariné, Blanca Miosi, Carmen Villamarín, Manuela Herrero Palomar, Puri Estarli, Violeta Balian, Isabel Keats, Olga Núñez Miret, Isabel Mata y tantas otras escritoras independientes que me dejo en el tintero. A todas os dedico la bendición con la que despide su madre a uno de los protagonistas de El ala robada:
Que el ocote y la candela que se te dieron no se consuman a medio camino ni se apaguen a medio andar, que la piedra no se alce a golpearte, que no salte la alimaña para morderte, que el relámpago no asuste tu paso ni el rayo abrase el techo que te ampare, que no se te nieguen el maíz ni el agüita, que en tu entendimiento alumbre la verdad, que nunca te falte gratitud, que tus obras se eleven como árboles de sombra y buen fruto, y no se arrastren dañinas como la mala hierba.
La lengua destrabada
Si te interesan los asuntos de lengua y escritura, te invito a leer La lengua destrabada. Manual de escritura, publicado por Marcial Pons (Madrid, 2017). Clica en este enlace para entrar en la página de la editorial, donde encontrarás la presentación del libro y este pdf, que recoge las páginas preliminares, el índice y la introducción completa.
Preciosa entrada, Carmen. Preciosa. Gracias.
ResponderEliminarY felicidades por ser escritora.
Gracias, Amelia. Me alegro de que te haya gustado. Me he esforzado especialmente para este día. Felicidades a ti también. Disfrutemos escribiendo porque es lo mejor que sabemos hacer. Nuestro granito de arena para mejorar el mundo.
EliminarGracias, Carmen. Precioso, de principio a fin. Me ha emocionado.
ResponderEliminarMe encanta haberte emocionado, Carmen. Es lo que pretendía. Muchas gracias por leerme, compañera escritora.
EliminarPor cierto, Carmen, tu ritmo de lectura es milagroso. Me alucina tu capacidad.
ResponderEliminarBesos.
Práctica, Amelia. Muchos años en el oficio, que me sigue entusiasmando.
EliminarPreciosa entrada, Carmen. Muy gratificante leerla en esta fecha. Creo que la fórmula para lograr un mundo más justo sólo es posible a través de la educación de los pueblos. Debemos educar a nuestros hijos en la igualdad, el respeto y la tolerancia. Esa es la clave.
ResponderEliminarMe ha gustado la parte en la que hablas de Lilith, de los textos apócrifos que la nombran y que, como tal, fueron excluidos del canon de la Biblia. En la historia de Lilith y de sus vástagos se basa mi novela Los Ángeles de La Torre.
Enhorabuena por la entrada.
Gracias, Mayte. Hace años traduje un interesante libro sobre las mujeres escritoras, La loca del desván de Sanda M. Gilbert y Susan Gubar, donde se hablaba de Lilith. Después me documenté más sobre ese olvidado personaje, pero me costó trabajo. Me apunto tu novela para próximas lecturas.
EliminarFabulosa entrada... La llevo para FB y Twitter. Felicidades!!
ResponderEliminarGracias, Marlene.
EliminarGracias Carmen: por traernos en el Día internacional de la mujer, la voz de personas fuertes y lúcidas como Alfonsina Storni y Rosa de Luxemburgo. Nombrar a Alfonsina, por supuesto, ya es traer a las otras: a Gabriela Mistral, Juana de Ibarbouru, Delmira Agustini, Dulce María Loynaz, Alejandra Pizarnik y tantísimas más... Y esa cita de Rosa: nos vuelve a decir que los problemas continúan, que para tener derechos hay que saber conservarlos.("Qué extraordinario es el tiempo que vivimos. Extraordinario tiempo que propone problemas enormes y espolea el pensamiento, que suscita la crítica, la ironía y la profundidad, que estimula las pasiones y, ante todo, un tiempo fructífero, preñado"). Lo que escribió en su época podemos suscribirlo en esta.
ResponderEliminarUna bella entrada, Carmen.
Gracias por ese ramo de mimosas y por traer a la luz nuestras obras.
Ojalá que siempre podamos, que lo intentemos al menos, acercarnos a los deseos de la madre del protagonista de tu obra "El ala robada": "que nunca te (nos) falte gratitud, que nuestras obras, (incluso las literarias), se eleven como árboles de sombra y buen fruto, y no se arrastren dañinas como la mala hierba".(Espero me disculpes por esos pequeños incisos que he marcado entreparentesis en tu texto). De verdad, es mucho lo que espera esa madre; hay que ser muy digno para intentarlo, ya ni siquiera me atrevería a decir: para conseguirlo.
Gracias.
(Lo comparto)
Gracias a ti, Pilar, por tus palabras. Ha sido un placer leerte. Y en cuanto a la bendición de la madre a su hijo que os dedico, estoy de acuerdo en que es mucho lo que espera de él, como siempre son muchas las esperanzas que todas las madres depositamos en nuestros hijos. Y pienso que, por suerte, las que nos atañen como educadoras en su mayoría se cumplen.
EliminarPor fin he arreglado el tema de mi navegador que no me dejaba hacer comentarios.
ResponderEliminarTe agradezco la reseña a mi libro Operación Maletín, mi primera novela escrita con toda la ilusión del que comienza y, por qué no, también con todos sus fallos. Has sabido recoger en dos frases la esencia de Candela. Eres una maestra y se nota.
Ahora paso a dar mi opinión de tu novela Nada del otro jueves, que he leído el pasado fin de semana rodeada de nieve.
Adelanto que me ha gustado mucho, lo demás, lo dejo para el comentario en tu blog.
Muchas gracias, Mercedes, por tu comentario de Nada del otro jueves. Por mi parte, seguiré la pista de Candela Luque.
EliminarRespecto a la discriminación de la mujer y a la defensa de sus derechos me quedo con Virginia Wolf y su libro Una Habitación Propia.
ResponderEliminarEs de echarle valor, en aquellos tiempos, que una mujer relativamente acomodada diga que una mujer para poder escribir novelas lo primero que necesita es independencia económica y social; lo que ella llama Una Habitación Propia.
Y encima puede recriminar a sus antepasadas: ¿Qué hicísteis vosotras?....
La Wolf es para ponerla en un altar, por como escribe y maneja los monólogos interiores.
Yo creo que hay muchas mujeres que escriben muy bien y, sobre todo, que leen muy bien.
Según las estadísticas el número de mujeres que leen es mayor que el de hombres.
La mujer ha tenido que cargar con demasiados mitos y demasiados delitos.
¡¡¡¡Ánimo a todas!!!!
Muchísimas gracias por tus ánimos, Norberto. Sin embargo, fíjate las trampas que tiende el lenguaje: hasta tú que te muestras concienciado con los derechos de la mujer mencionas a Virginia Wolf como «la Wolf». ¿Dirías igualmente «el Cervantes o el Auster»? Corrígeme si me equivoco, pero creo que es un sutil sesgo de género que nos minimiza y discrimina, reduciendo el espacio de la habitación propia por la que tanto luchó Wolf y seguimos luchando las demás.
Eliminar
EliminarTomo nota de tu comentario y a partir de ahora lo tendré muy en cuenta; aunque a mí en mi pueblo siempre me han llamado el Lima; allí uno no sabía lo que le había dicho la Mari y quedaba con el Julián a jugar al fútbol.
Me encanta el blog y con el tiempo y vuestras fuerzas nunca os faltarán habitaciones propias.