Según el Diccionario de la lengua española de la RAE, ‘puntuar’ es en
gramática «poner en la escritura los signos ortográficos necesarios para
distinguir el valor prosódico de las palabras y el sentido de las oraciones y
de cada uno de sus miembros». ‘Puntuación’, por su parte, es tanto la acción y
efecto de puntuar como el conjunto de los signos ortográficos que sirven para ello.
Los dos términos provienen del latín punctum,
punto, puesto que fue este signo el primero adoptado ya en la Antigüedad clásica
como ayuda a la lectura en voz alta de la scriptio
continua. Los romanos tomaron de los griegos el principio básico por el
cual se iba a regir la puntuación hasta bien entrada la Edad Media: la
utilización del punto escrito en tres posiciones distintas dentro de la línea, alto,
medio y bajo, para marcar las pausas, respectivamente, con una intensidad
mayor, intermedia y menor. En torno a la segunda mitad del siglo ix, desde la corte de Carlomagno se fue
propagando por Occidente un sistema perfeccionado de signos (positurae): el punctus versus (punto con una vírgula curva debajo); el punctus interrogativus (punto con un
rasguillo ascendente hacia la derecha) y el punctus
elevatus (punto con una especie de coma superpuesta). Cuando a estas positurae o situaciones de los signos se
añadió el uso de las litterae nobiliores (mayúsculas
destacadas) para resaltar el inicio de la oración, la altura de los puntos dejó
de tener importancia.
El punctus elevatus dio lugar en la ortografía tradicional española al
colon (:) y al semicolon (;). El término griego κῶλον, que significa ‘miembro’ o
‘parte’, se utilizó en la gramática griega para designar a los miembros o
partes de una oración y pasó como colon, con
el mismo valor, a la gramática latina para acabar denominando también a los
signos con los que se marcaban las pausas menores dentro de un mismo periodo.
El Diccionario de la lengua española de
la RAE recoge la siguiente definición: «Gram.
Tradicionalmente, parte o miembro principal del periodo. || 3. Ortogr. Tradicionalmente, signo de
puntuación con que se distinguen estos miembros. En castellano y otras lenguas
es el punto y coma o los dos puntos».
Se suele afirmar que la
imprenta, al fundir en plomo los signos de puntuación, consiguió inmovilizarlos
en su evolución a partir del siglo xv. Es necesario introducir ciertos matices,
sin embargo. La mayoría de los signos que se han universalizado tienen muchos
siglos de antigüedad, sin lugar a dudas, pero sus usos han variado a lo largo
del tiempo y de los distintos países. Ciñéndonos al caso español, no hay más que
leer textos antiguos, incluso de hace un siglo o dos, para comprobar que los
dos puntos y el punto y coma se solapaban y confundían a menudo en la
escritura. Incluso la última Ortografía de
la RAE (2010) decidió mejorar la explicación acerca de los cometidos de los dos
puntos en un enunciado y añadió algunas pautas en cuanto al empleo de mayúscula
o minúscula inicial tras su escritura.
Las normas ortográficas actuales
de nuestra lengua prescriben recurrir a la escritura de dos puntos en un
enunciado cuando este se interrumpe para centrar la atención en lo que viene a
continuación. Por tanto, es la puntuación adecuada para exponer una conclusión (La lectura es acumulativa y opera por
progresión geométrica: cada una nueva edifica sobre lo ya leído antes), aportar
una consecuencia (Con una fiebre tan
elevada no se podía esperar: había que avisar a su familia) o dar una
explicación (El proceso del aprendizaje
se imaginaba así: en la base del cerebro había una «red maravillosa» de
pequeños vasos que actuaban como canales
de comunicación). También sirven los
dos puntos como elemento de enlace entre proposiciones u oraciones en
sustitución del nexo que las relacionaría para expresar, por ejemplo, causa-efecto,
finalidad, oposición o verificación: Se
han incrementado exponencialmente los contagios: habrá duras restricciones a la
movilidad. Eso no es una novela, sino la guía telefónica: demasiados personajes
para tan poco argumento. Hagamos un mapa mental: comprenderemos mejor el
problema.
Locuciones explicativas como a saber, dicho de otro modo, en otras
palabras, es más, por ejemplo, verbi gratia y demás semejantes suelen ir
seguidas de dos puntos, aunque las más de las veces también admiten puntuarse
con coma: Un buen libro debe producir un
golpe doloroso, a saber: la muerte de un ser querido o la pérdida de un órgano
vital. Dicho de otro modo: un libro ha de ser el hacha que quiebre el mar
helado de nuestro interior.
Con todo, los dos puntos
encuentran en la escritura su empleo más habitual en las enumeraciones
explicativas tras el elemento que aúna y anticipa la serie (Había gestos prohibidos: apuntar con el dedo, aplaudir sonoramente,
sacar la lengua, encogerse de hombros o silbar) o al final de una
enumeración antes de aportar el elemento conclusorio (Hacer una reverencia de saludo, abandonar el escenario despreciando
los aplausos y cambiarse enseguida de ropa: ese era su comportamiento
inamovible). Es necesario en este punto efectuar una advertencia: es
incorrecto escribir dos puntos después de preposiciones (La estructura externa de un libro impreso
está compuesta por: lomo, solapa y chaqueta o forro). Lo adecuado en
la mayoría de estos casos es eliminar los dos puntos (La estructura externa de un libro impreso está compuesta por lomo,
solapa y chaqueta o forro). De hecho, para comprobar la idoneidad de los
dos puntos dentro de un enunciado, no hay más que suprimirlos: si el enunciado
mantiene su precisión sintáctica, es que sobraban. No obstante, si por motivos de claridad o estilo se
desea mantener tal puntuación, siempre es posible adecuar la redacción (La estructura externa de un libro impreso
consta de las siguientes partes: lomo, solapa y chaqueta o forro).
Tal como se aprecia en los
ejemplos aducidos hasta el momento, a continuación de los dos puntos las más de
las veces se escribe con letra minúscula inicial. Solo es necesario recurrir a mayúscula inicial en casos
contados, que comparten siempre la particularidad de que tras los dos puntos
comienza una unidad enunciativa nueva y completa, con independencia de sentido.
Así, se impone la mayúscula inicial después de los dos puntos:
· Al final del encabezamiento de una carta o correo electrónico. La
palabra posterior escrita con mayúscula inicial aparecerá en línea aparte:
Estimados colegas:
A quien corresponda:
·
En textos jurídicos y administrativos, tras el
verbo que establece el objetivo del escrito (CERTIFICA:
EXPONE:). La primera palabra con mayúscula inicial se escribe en línea
aparte. Son los únicos
casos en los que está permitido utilizar dos puntos y a continuación la
conjunción que (Solicita que: Expone que: Promete por su honor que:). Los verbos de estos documentos se escriben
íntegros en letra mayúscula.
·
En
formularios, solicitudes, cuestionarios e impresos en los que se deba consignar
información, detrás de cada ítem: Estado civil: Viudo. Profesión: Intérprete
jurado.
·
A continuación del verbo introductorio de una
cita literal en estilo directo: Margaret
Fuller opinó: «Los libros no pueden sustituir a la experiencia, pero son un
medio para contemplar a toda la humanidad, un núcleo a cuyo alrededor se puede
reunir todo el conocimiento».
·
Detrás de vocablos o expresiones de advertencia,
anuncio, consejo y similares, seguidos de un enunciado independiente y
completo: Aviso: Es obligatorio el uso de
guantes y mascarilla en todo lugar público. Fe de erratas: No consta que este
libro contenga ninguna apreciable. Posdata: La hora de la reunión se fijará en
breve. A todos los residentes: Está prohibido estacionar motos en la acera.
·
En títulos y subtítulos de un texto o en
titulares de periódico, cuando se precisa concretar un enunciado general
previo: Introducción: Lenguaje y gnosis. Segunda
Parte: Raíces históricas. Objetivo: Salvar la Tierra.
·
Después de titulillos de listas, enumeraciones y
esquemas o de epígrafes internos de un texto, siempre que se escriba en la
misma línea y no aparte: Principios: Las
primeras nociones de escritura y lectura se aprendían practicando el enlace de
signos. Es posible, asimismo, recurrir al punto y seguido en lugar de los dos
puntos. Una vez elegida la puntuación, debe mantenerse la uniformidad a lo
largo de todo el escrito.
·
Entre un ejemplo ilustrativo y el resto del enunciado, como se viene
utilizando a lo largo de este texto cuando corresponde: Los dos puntos son un signo de puntuación que no puede coincidir con el
punto, la coma ni el punto y coma.
Si es
necesario, es posible escribir dos puntos detrás de puntos suspensivos y de los
signos de cierre de exclamación, interrogación, comillas, paréntesis y rayas: La muerte…: eso no lo esperaba. ¡La muerte!:
eso no lo esperaba. ¿La muerte?: eso no lo esperaba. «Cantaba un ruiseñor»: eso
fue lo que declaró. Había un ruiseñor (o puede que un mirlo): lo vio con sus
propios ojos. Esta fue su decisión ―según contaron―: reanudar la campaña sin
esperar más informes. Asimismo, es posible escribir dos puntos detrás del
punto abreviativo: Teléf.: 98071561.
Bien
empleados, los dos puntos agilizan la escritura al marcar de manera sintética y
clara la conexión de lo anterior con lo que les sigue y se convierten en un
apreciable rasgo de estilo maduro. Dominar los dos puntos supone un elevado
grado de destreza. Quien lo haya logrado, también sabrá que no se considera conveniente
recurrir a ellos de manera sucesiva en un mismo enunciado, puesto que se
oscurecería la relación sintáctica que se pretende establecer entre los
diversos elementos concernidos. Por tanto, sería preciso variar redacciones
como la siguiente: Se ofrecen dos puestos
de trabajo: cantante y poeta: el primero trabajará a diario; el segundo, los
fines de semana. Lo adecuado sería escribir: Se ofrecen dos puestos de trabajo: cantante y poeta. El primero
trabajará a diario; el segundo, los fines de semana. Añadamos un ejemplo más: Bizancio, ante la complejidad del escenario, cambió
de postura: decidió utilizar la fuerza pero, sobre todo, la diplomacia:
negociaciones con el califa cordobés para enfrentarse a los piratas sarracenos y
la flota fatimí, así como, más adelante, pactos con el emperador alemán. Entre las diversas posibilidades de
corrección, estaría la siguiente: Bizancio, ante la complejidad del escenario, cambió
de postura: decidió utilizar la fuerza pero, sobre todo, la diplomacia. Entabló
negociaciones con el califa cordobés para enfrentarse a los piratas sarracenos y
la flota fatimí; y, más adelante, alcanzó pactos con el emperador alemán. No obstante, debe tenerse presente que es perfectamente válida la
repetición cercana de los dos puntos cuando se da en enunciados distintos,
puesto que no queda afectada la clara percepción de las dependencias
sintácticas: Aldo describió el
libro-abecedario: «Era una joya única: tenía en mis manos un tesoro». A lo
largo de este texto aparecen múltiples ejemplos de uso cercano de dos puntos,
todos ellos fundados porque pertenecen a enunciados distintos y queda patente
su correspondiente dependencia sintáctica.
La lectura de «Redactar y corregir enumeraciones y listados» (clicando sobre el título), texto publicado en este mismo blog, puede servir de complemento a lo aquí expuesto.
La lengua destrabada
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